—¿Para qué vienes aquí? —preguntó la tía Helga—. Desperdiciaste tu educación y huyiste de casa. Deberías tener una buena razón para regresar aquí y lucir tan sumisa.
—Yo… estoy embarazada.
—Oh, ¿y dónde está el hombre que te embarazó? —Los ojos de la tía Helga estaban lejos de ser compasivos—. ¿Te dejó? Parece que solo nos tienes a nosotros a quien acudir, así que más te vale estar agradecida de que te aceptaré de vuelta en la casa.
Sophie se contuvo y asintió lentamente. —Muchas gracias, tía Helga. Estoy agradecida.
—Bien. —La tía Helga resopló y se levantó—. Si esto está resuelto entonces puedes ir y ayudar con las criadas en esta casa. Incluso si estás embarazada, eso no significa que puedas sentarte aquí y no hacer nada. Todavía debes contribuir en la casa.