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Esa noche en particular, Sophie se despertó de repente a medianoche. Se sentía incómoda en todo su cuerpo. Tenía dolor de espalda, sensación de hinchazón en el vientre y le estaba empezando un dolor de cabeza. Se levantó de la cama y fue a la mesa cerca de la ventana para coger agua.
Después de beber un vaso de agua, Sophie se masajeó las sienes y tomó una respiración profunda. El dolor de cabeza seguía ahí. Sus ojos parpadearon al ver cómo la luz de la luna se derramaba en su habitación. Los suaves matices proyectaban una sombra detrás de ella y sabía que no podría volver a dormir.
El insomnio se apoderaba de ella a veces. Comenzaba a afectarla de tal manera que solo un buen paseo a medianoche la ayudaba a aclarar sus pensamientos en lugar de intentar conciliar el sueño inquieta.