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—Pero, ¿realmente mataría a su propia madre? —Sophie miró a Leland. En su expresión había un toque de incomodidad.
Mientras los dos estaban sentados afuera, un viento frío sopló pasando por ellos y llevó consigo la voz de los alegres niños licántropos y su guardián corriendo a lo largo. No parecía el mejor lugar para hablar sobre eso, pero la mirada de Sophie nunca se desvió de su compañero.
Leland se preguntaba a medias si Sophie lo vería realmente de forma diferente si él hubiera terminado con Isolda en aquel entonces. En ese tiempo, Isolda lo animó a matarla para convertirse en el monstruo que él era... y él dudó en ese momento.
No quería tener segundas dudas nunca más.
—Sofía, ¿recuerdas cómo nos ocupamos de tus horribles parientes en Hastings? —Leland la miró. En aquel entonces, Sophie se casó con él por venganza y él lo hizo tal como ella pidió.