Sophie parpadeó sus ojos. Las palabras que su marido pronunció sonaron tan sexys. Le preguntó si estaba dispuesta a aceptar su relación como compañeros. El consentimiento era realmente extremadamente sexy.
Había asentido con la cabeza como respuesta antes de que su cerebro pudiera siquiera procesar la pregunta. Amaba a este hombre por todo lo que había hecho por ella. Así que, por supuesto, diría que sí a ser su compañera. Ya estaban casados de todos modos.
—Ahh... —Leland sonrió de vuelta—. Eso es bueno.
De repente se levantó de su silla con el cuerpo de Sophie levantado de su regazo. Sus fuertes manos soportaron sus nalgas y la sostuvo cerca en sus brazos. La mujer chilló un poco y al instante rodeó su cuello con sus manos por el movimiento repentino.
—¿Q-qué... estás haciendo? —le preguntó ella en un susurro. Leland no necesitaba responder con palabras porque lo siguiente que supo, caminó hacia su cama y lentamente colocó su cuerpo en ella.