El corazón de Sophie casi saltó de su pecho cuando oyó su golpe en la puerta. ¿Era el Duque Romanov, no era así? Le llamó e invitó a entrar en sus aposentos. —¡Adelante!
El Duque Romanov entró elegante mientras sostenía la botella de vino. Inclinó su cabeza y la saludó con una suave sonrisa. —Buenas noches, Sofía. Gracias por invitarme esta noche.
—Gracias por aceptar mi invitación, mi señor —logró decir Sophie.
—Es un placer —Leland habló.
—Ahh... como lo es para mí —Sophie le devolvió la sonrisa mientras intentaba decir algo—. Por favor, tome asiento, mi señor. Iré a buscar las copas.
El duque Romanov miró a su alrededor por un momento y luego caminó hacia una de las mesas de la habitación. Puso la botella abajo y echó un vistazo alrededor, Sophie estaba yendo hacia uno de sus armarios altos.