Sophie pensó que estaba soñando, pero no lo estaba.
Todo esto no parecía real.
—Nic —El nombre se escapó de los temblorosos labios de Sophie. Junto con ello, empezaron a caer lágrimas por sus mejillas.
Al ver a la mujer frente a él llorando, Nicolás sacó espontáneamente su pañuelo y se lo ofreció a Sophie.
—Mi señora —habló suavemente con un pañuelo extendido—. Sus ojos color ámbar la miraban fijamente—. Por favor, tome esto.
Karenina se mostró sumamente molesta al ver que Nicolás le daba su pañuelo tan fácilmente a otra mujer. Incluso ella nunca había recibido ninguno del rey. Su odio hacia Sophia Romanov se profundizó aún más.
Entretanto, Sophie se giró hacia Leland e ignoró el pañuelo que Nicolás le ofrecía. Luego, con un tartamudeo, le pidió a Leland que la llevara a casa porque no se sentía bien.
—¿P-podemos ir a casa ya...? No me siento bien —murmuró débilmente—. Por favor, ¿podemos?