—Y-y-yo…
El Emperador Milobo comenzó a llorar. Mendigar era inútil. ¿Qué iba a hacer?
—Vine a matarte para vengar al Señor Dao Tododios.
—¿Señor Dao Tododios? —dijo Emperador Milobo y se puso completamente pálido.
¡Por supuesto que recordaba a ese loco! Señor Dao Tododios había estado dispuesto a pagar cualquier precio en sus esfuerzos por matar a Milobo y de hecho casi lo había logrado. Había podido escapar por un pelo.
—¡Él murió! ¡Murió hace mucho tiempo! No hay forma de que lo hayas conocido —dijo el Emperador Milobo.