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11.76% Inevitable (Harry Potter) / Chapter 2: Oportunidad

Bab 2: Oportunidad

Harry

Espera sentir algo más que el entumecimiento que desde hace meses inunda su sistema. Suspira largamente antes de poner punto final a los formularios que ahora descansas dispersos sobre la mesa de la cocina.

El silencio es absoluto, lo único que lo alumbro durante el tiempo que tardo en realizar aquella odisea es una gruesa vela a medio consumir. Una vez que comenzó a escribir no se detuvo, ni siquiera para encender la lampara. De alguna manera temía que, de detener sus palabras, ya no podría continuar de nuevo.

Junto los pergaminos desperdigados, metiéndolos de cualquier modo en el sobre antes de enviarlos. Poco le preocupaba el desorden o que su letra fuera poco legible, su mano aun le temblada por el cansancio y la falta de sueño.

Quisiera ser capaz de sentir cualquier cosa: ira, rabia, tristeza o dolor. Lo que fuera para creer que aun hay algo que pueda agitar su interior de alguna manera. Pero no hay nada, absolutamente nada.

Se dejará llevar de la misma manera en que se a dejado llevar toda su vida. Sonríe con un dejo de ironía mientras camina con paso cansado hacia los últimos gabinetes de la cocina. Recuerda que alguien dejo una botella de licor, no tarda mucho en encontrarla y comenzar a beberla.

El primer trago hace que le arda la garganta, no puede evitar hacer una mueca de asco. No esta acostumbrado a beber, pero sabe que en ese momento lo necesita.

No puede dormir, las pesadillas aun lo asechan haciendo que se levante a medianoche presa del pánico. Decide que no quiere intentarlo aún, mejor camina hacia la sala, dejándose caer en el desvencijado sillón de color azul.

Deja que sus pensamientos se pierdan mientras observa las viejas fotos que adornan las paredes.

Es ver a la hermosa joven de cabellos rojos sonreírle para darse cuenta de que al menos está agradecido. Aquella estúpida ley al menos hizo que Ginny se liberara de verse atada a alguien como el.

Sabe que no siempre fue así, sin embargo, en algún punto en el camino se perdió y no logra encontrar un propósito.

La guerra termino y parece que con ella termino también su vida, para dejar paso a un títere sin alma o voluntad. Todos le creen un héroe, todos le hacen reverencia y lo admiran, si tan solo supieran como se siente realmente.

Da un trago largo, aun le escoce la garganta. Se recuesta los suficiente para observar el techo, la botella se mantiene entre sus muslos para no derramar el líquido. Suspira largo recordando a todos aquellos que alguna vez estuvieron en sus vidas y no llegaron a ver el final de la guerra.

Esperan demasiado, de nuevo. La única diferencia es quizás que esta vez no a sido criado como un cerdo que será llevado al matadero, ahora, el será el ejemplo de una ley de mierda que terminará con los sueños de muchos.

Quiso decir que no, que de ninguna manera haría algo como eso. No sería el ejemplo para nadie, mucho menos para que terminen eligiendo un camino que de otra manera no harían. A pesar de todo aun con las dudas burbujeando en su interior, sus ojos verdes se centraron en ella, como siempre. Después de todo, Hermione siempre era la voz de la razón.

Fue la única que no grito o maldijo. La palidez fue evidente en su rostro, aun así, tuvo el temple suficiente para cruzar la habitación y tomar las carpetas que descansaban sobre la madera pulida del escritorio.

Sus ojos se movieron con avidez, bebiendo palabras que estaba seguro de que la estaban hundiendo de alguna manera. Su piel estaba más blanca que el papel y sus hermosos ojos color miel comenzaron a estar aguados por las lágrimas.

Cuando termino la primera carpeta ya tenía el rostro húmedo, eso no impidió que tomara una segunda carpeta y después una tercera. En ningún momento se quebró, siguió leyendo mientras todos le miraban, esperando respuestas, como siempre.

Esperando que de un momento a otro gritaría con una solución, para mandar a la mierda ese maldito censo y todo lo que les traería con ello.

No fue así.

Una vez que la última carpeta resbalo de sus manos. Busco su mirada, con los ojos enrojecidos y los labios apretados en una línea recta, le miro tan profundamente y en silencio, como tantas veces se miraron durante la guerra.

Entonces lo supo, no había manera de evitar aquella catástrofe.

Asistió una sola vez con la cabeza en afirmación, haciéndole saber que la entendía. Abrió los brazos y ella se dejó consolar con aquel estrecho abrazo.

-Está bien.

Fue todo lo que dijo, dos simples palabras que hicieron que los hombros de todos se hundieran con resignación. Sabiendo que la bruja más inteligente de las últimas generaciones no encontró ningún fallo en sus investigaciones.

Ron camino lento, arrastrando los pies. Se abrazo a ellos en un apretado abrazo, el también necesitaba el confort conocido de los amigos. Tan alto como era, apoyo su barbilla en la cabeza de Hermione.

Nadie dijo nada, no había que decir. Que podían hacer en contra de la única manera de salvar al mundo mágico de la decadencia. Antes de salir cada uno recibió un gran sobre con documentos, mismos que llenarían para comenzar con todo el circo mediático para iniciar el censo.

Un nuevo suspiro escapo de su garganta, se enderezo con cierta dificultad, sintiéndose ligeramente mareado. Estiro la mano hasta tomar un portarretratos de la mesa auxiliar a un lado del sillón donde se encontraba.

Sonrió al ver la imagen, el ligero calor que surgió en su pecho hizo que le dieran ganas de llorar. De nada había valido hacerse a un lado por sus mejores amigos, ellos no terminarían juntos.

Acaricio la imagen con la yema de sus dedos. Hermione sonreía hermosa, en medio de Ron y el.

La quería, nunca se lo dijo. Conocía los sentimientos de ambos como para interponerse. Ahora ya no importaba. En poco tiempo los tres terminarían atados a las vidas de otras personas, no habría un futuro donde pudiera encontrar el amor y la felicidad al lado de Hermione Granger.

Solo esperaba que, a pesar de toda esa mierda, al menos ella encontrara a alguien digno, alguien que la pudiera hacer feliz.

Dio un último trago antes de dejarse vencer por la inconciencia del alcohol. La botella vacía rodo por el piso de madera, mientras que con su mano derecha mantenía el portarretratos apretado contra su pecho.

. . .

Ginny

El ambiente se sentía tenso y enrarecido. El silencio parece poco natural en aquel hogar, siempre inundado de ruido, voces, gritos y explosiones. Aunque es justo decir que nunca volverá a ser lo mismo por completo. Las risas, incluso las bromas y las explosiones han mermado. Lo muros ya no se cimbra, aquel hogar ya no se estremece por las nuevas inversiones de sortilegios Weasley.

Fred ya no está, su muerte a dejado un vacío que nunca podrá ser llenado.

Ginny se limpia una lagrima, negándose a abandonarse nuevamente al llanto. Pensar en su hermano muerto duele, pero también le deja un calor inexplicable en el pecho al tener la seguridad de que, si siguiera viviendo, le haría reír a pesar de las lágrimas que amenazan con correr por sus mejillas.

Sí, se burlaría de todos, incluso de sí mismo. Bromearía sobre ser emparejado con algún bicho raro de los sagrados 28, alguno de sus excompañeros Slytherin, algún estúpido impresentable, el peor, el más odioso o el más feo, solo por molestar. Comenzaría a jugar con su mente con sus tan conocidos chistes. George se sumaría al bochorno de hacer que se imaginara dándose de morros con alguno de los peores candidatos imaginables para reírse a sus costillas.

"Te imaginas terminar siendo una Malfoy" casi puede escucharlo partirse de risa. "¿Qué piensas sobre Millicen Bulstrode? Podría terminar siendo tu cuñada, Ron podría enamorarse de su encantadora personalidad"

A pesar de las circunstancias terminarían todos riendo. No resultaría tan amargo tener que aceptar casarse con alguien asignado, alguien que posiblemente no conocía, sin importar que cualquier artilugio de magia, les considerara compatibles, sin embargo, un pensamiento la asalto de repente, haciendo que dejara por un momento la pluma suspendida en el aire.

¿Alguna vez había sido compatible con Harry?

La duda la golpeo con fuerza. Tuvo que dejar la pluma en el tintero para recuperar el aliento perdido. Un mareo la asalto y la sensación que se apretó en su interior no fue agradable.

Se conocía, esta segura de que lo quiere, pero las dudas la asaltan ¿Lo amaba?

Terminaron su noviazgo ante las nuevas expectativas y a pesar de lo jodido que resultaba todo, no estaba segura de tener el corazón roto, le dolía dejarlo, pero no esta segura que fuera por las razones correctas.

Hasta ese momento es consciente que ninguno de los dos lucho demasiado contra la idea de ser separados. Debian de dar el ejemplo, mostrar su aceptación por una ley que les uniría con su mejor partido para traer hijos mágicos, fuertes y sanos. Pero ellos ya estaban a pocos meses de casarse, pudieron luchar más, pedir una excepción, al menos intentarlo.

No hicieron nada.

Toma de nuevo la pluma, entintando la punta retoma su escritura.

"Quizás es lo mejor" se dice a si misma. La costumbre puede dar tranquilidad, pero no siempre da amor.

Había que arriesgarse, además, ya estando en este camino que más podía hacer que tomar las cosas con el mismo humor que lo tomaría Fred. La vida era una perra tirana, así que había que aprender a frotarle la panza para que no te muerda demasiado.

George

En silencio observa a su hermana terminar de llenar los documentos del censo. En poco tiempo tiene que ponerse a trabajar en los suyos, intencionalmente lo ha dejado para el último momento. no quiere pensar demasiado al respecto.

La tristeza que lo embarga le encoge el estómago, provocándole nauseas. Quisiera ser capaz de mandar todo a la mierda, pero sabe que hay demasiado en juego, además él no tiene por quien sufrir. No tiene una novia a la quien extrañar.

La única ausencia que la aniquila le mira todos los días desde el espejo. Burlándose de él.

Ginny advierte su presencia, levanta la vista y le sonríe, aunque esa sonrisa no llega a sus ojos, hace un mohín adorable con los labios y comienza a reírse.

-Eres un cobarde.

La risa rompe el incomodo silencio, después se levanta decidida terminando de meter los papeles en el sobre, mientras habla.

-Temes que Umbridge ya no esté en edad elegible. -Las carcajadas se vuelven feroces.

George no puede evitar estremecerse por el pensamiento de aquella detestable mujer.

El estremecimiento hace reír aún más la pelirroja.

-Apúrate en llenarlo, entre mas pronto los mandemos mejor, aun puedes tener suerte de que te toque.

-Creo que mejor me lo pensare un poco más. Aunque con nuestra suerte hay muchas posibilidades en que tengas la suerte de casarte con un estirado sangre pura.

-¡Imposible, sería un escándalo! -Se burlo.

-A que sería divertido ver a tu marido sangre pura como si estuviera oliendo mierda, por casarse con una traidora de la sangre.

-No me tienes, me gustaría que eso pasara, solo por el gusto de arruinarle.

Ambos se permitieron un poco de humor negro, compartiendo bromas al respecto.

-¿Te imaginas a Ron con Minerva?

-¡A mí no imaginen con nadie!

Se escucho el grito de Ron desde las escaleras. Lo vieron con el sobre en sus manos y el rostro enrojecido por la vergüenza.

-Solo piénsalo, Ron.

-No quiero pensar. -Dijo encogiéndose con un estremecimiento.

-La profesora Sprout sigue soltera.

-¡Cállate! -Rugio Ron, pero no pudo evitar que la risa de sus hermanos se le contagiara.

-Si no es contigo, haría una buena pareja con Percy.

-¡Oh eso le encantara!

Las risas de los tres inundaron la madriguera. La señora Weasley sonreía desde la cocina, tratando de limpiarse las lágrimas del rostro. Casi podía escuchar a Fred riendo con el resto de sus hijos, soltando bromas de cosas absurdas, enfrentando las adversidades con su peculiar humor negro.

Todos necesitaban un poco de humor.

. . .

Blaise

Sobre una enorme cama de sabanas negras estaba recostadas dos mujeres apoyadas sobre el cuerpo masculino de Zabini. El moreno miraba con atención el techo, llevaba horas despierto, pero trataba de alargar el momento antes de levantarse.

Los cuerpos femeninos recostados a sus costados estaban enredados entre las sábanas, proporcionándole un calor que no quiere abandonar todavía, pero sabe que sin importar cuando quiera aferrarse a ese momento, es necesario dejarlo ir.

Las hermosas mujeres se quejan entre sueños por el movimiento, pero no despiertan. Blaise las mira largamente una última vez antes de salir de la habitación.

No se tomó la molestia de cambiarse, camina desnudo por la mansión, hacia su despacho.

Con movimientos elegantes, sin importar su desnudes parece que se encuentra a punto de firmar el contrato de su vida, se toma el tiempo para acomodarlo todo. Abre el sobre y acomoda los documentos frente a él. Después saca el tintero y la pluma, alineando todo de tal manera que le resulte más cómodo.

De uno de los cajones del escritorio saca una foto, la acomoda con cuidado frente a el. El marco de oro blanco es elegante, la imagen de la foto no sonríe, le mira fijamente con su porte aristocrático. La mujer es preciosa, su piel de ébano hace resaltar sus ojos azules y aunque también son hermosos no dejan de ser fríos.

-No voy a ser como tú. -Promete en voz alta. -No estaba en mis planes casarme o tener hijos, esto es una mierda, pero no voy a ser como tú. -Repite como un mantra.

Sus manos tiemblan momentáneamente por el recuerdo desagradable de la voz de su madre en su memoria.

"Eres un Zabini, compórtate como tal. El amor no existe, esto es un juego de poder y quien se enamora pierde, nunca lo olvides."

Respira un par de veces para tratar de controlarse y que el ataque de ansiedad remita.

Había prometido jamás casarse, no tenía madera para ser un marido o un padre, estaba completamente jodido y nunca tuvo una figura paterna que durara lo suficiente para ser un ejemplo. Pero ahí estaba, desnudo y dispuesta a llenar los formularios, no tenía remedio, lo sabía, pero parecía interesante intentarlo al menos por lo factible que resulta que lo emparejen con una hija de muggle para que su madre se retuerza de la bilis en el oscuro agujero donde paga sus crímenes de guerra.

. . .

Theodore

La punta de la pluma rasga el papel con finos movimientos, parece tan impersonal y frio, como si no hablara sobre su propia vida. Es contundente, no escribe de más, es concreto y seco.

No tiene sueños o expectativas, aprendió a vivir al día.

Es huérfano de madre, su padre se pudre en la cárcel.

No quiere una esposa, no quiere hijos. Odia las mascotas.

Habla 5 idiomas, es culto, educado y un completo antisocial.

Es un sangre pura, uno de los sagrados 28. Como si eso importara a esas alturas.

No espera amor, no lo conoce y no le interesa.

Cumplirá con lo previsto en la nueva ley, está dispuesto a casarse, consumar el matrimonio, tener descendencia y es todo.

Al cabo del tiempo previsto contempla un divorcio inminente.

Dara la mitad de su fortuna a su exmujer y a sus hijos, pero no está interesado en nada más.

Termina de llenar todos los documentos, los acomoda minuciosamente antes de meterlos de vuelta al sobre y enviarlos.

Trato de no pensar en la mujer que se supondría seria compatible con alguien como el. No esperaba demasiado a sabiendas que el no era una persona normal, había demasiada oscuridad para tolerarla, vivir con alguien igual a el, sería un infierno y le daba vértigo pensar en que sería de sus hijos con unos padres como ellos.

Decidió no pensar, dio un largo trago al filtro de la paz, mientras miraba arder el fuego en la chimenea.

Deseaba que todo pasara rápido.


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