Era una casa extravagante con muchas pinturas colgadas en las paredes por toda la casa. Ella descubrió que la Señora Capel le gustaba coleccionar pinturas y su esposo las compraba para ella. Ambos miraron la pintura que buscaban y era una pieza bastante singular. Los colores usados eran de una gran calidad y las pinceladas sobre el lienzo muy precisas.
Mientras caminaban, Cati había notado la forma en que él la miraba. Ella lo sorprendió mirando su cuello más de tres veces. Al comienzo, ella pensó que lo había mal interpretado, pero ocurrió otra vez. Ahora se sentía incomoda, y ambos llevaban bastante tiempo dentro.
―Creo que debiéramos volver ahora ―propuso ella.
―¿Cuál es el apuro? ―ella le escuchó decir a él―. La fiesta ni siquiera ha empezado.
―¿Qué? ―preguntó mientras fruncía el ceño, confundida.