Después de un rato, envuelto en oscuridad, Elyas de repente habló, dirigiéndose a Sunny de su manera unilateral habitual.
En las últimas semanas, el joven Despierto había desarrollado el hábito de hablar a veces con su compañero demoníaco, aunque la aterradora criatura no podía responder con nada más que un asentimiento ocasional, un movimiento de cabeza o un encogimiento de hombros indiferente. Hablar con la Sombra no era una gran conversación, pero...
Quizás esto era una de las pocas cosas que lo mantenían cuerdo.
...Sunny podía entender por qué el joven tenía que hacer eso, ya que su propia incapacidad para hablar era una de las cosas que lo estaban volviendo loco, que lo estaba despojando aún más de su humanidad.
—Oye, demonio. ¿Tú... tú crees que es cierto? Acerca de la espada de madera... —Sunny miró al joven, luego se encogió de hombros. No tenía opinión sobre ese tema, ya que no sabía lo que era la espada de madera.
Elyas suspiró.