—Aquí vamos... —Sunny enfrentó la escalera y se quedó inmóvil, mirando la podredumbre negra a través de su sombra temblorosa. Santo también sintió algo y se volteó. La punta de su espada se levantó titubeante en el aire.
Los siguientes momentos decidirían si iba a vivir o morir... o quizás ser condenado a un destino mucho peor que la muerte.
Un nivel más abajo, la espantosa corrupción que se había extendido desde el brazo amputado de una deidad estaba en movimiento. La carne negra ulcerosa subía y bajaba, como si estuviera en agonía... ¿de muerte? ¿O transformación?
Sunny apretó los dientes, esperó un segundo...
Y luego exhaló con un alivio inmenso.
—Muriendo... está muriendo. —Fue como si hubiera sido condenado a la ejecución, solo para que llegara un indulto en el último momento posible, cuando la soga ya presionaba su cuello.