El coloso se tambaleó hacia atrás, se balanceó y luego movió su pie para equilibrarse. La isla tembló una vez más, y el gigante permaneció inmóvil, inclinándose ligeramente y sujetándose la profunda herida con su única mano restante. Su cabeza giró, mirando a Noctis con la misma expresión vacía e inmóvil.
Sin embargo, sus ojos de acero pulido, que habían estado ardiendo con los cegadores reflejos del sol, se sumergieron en una profunda sombra.
Por un momento, hubo silencio.
Sunny apretó los dientes, luego exhaló lentamente y levantó una mano para secar el sudor de su frente.
—…Después del pánico inicial de sentirse traicionado por Noctis —se había obligado a calmarse y pensar—. Fue entonces cuando Sunny se dio cuenta de que no estaban en peligro real, y dijo a sus amigos que se detuvieran.