En las próximas horas, Sunny no hizo más que contemplar con indiferencia las vistas del Laberinto. Si bien eran monótonas, seguían siendo pintorescas y asombrosas.
La Costa Olvidada era un lugar desgarrador, pero hermoso. El lúgubre cielo gris y la tierra negra creaban un telón de fondo perfecto para el vibrante mar carmesí de corales retorcidos. De vez en cuando, extraños puntos de referencia rompían la monotonía del paisaje, encendiendo las llamas de la curiosidad en el corazón de Sunny.
Después de todo, él no era nada si no era un apasionado explorador.
Claro, la mayoría de sus exploraciones terminaban con algo muriendo al final de su espada. Pero aún así…
Allí, en las profundidades del Laberinto, Sunny vio muchas cosas que despertaron su interés.