Rafal regresó a Ahrens. Después de refrescarse de su apariencia sudorosa en su propia residencia, lo primero que hizo fue ir a ver a su hermana.
Erin estaba sentada en su estudio, leyendo libros, cuando escuchó que su tercer hermano había venido a verla. «Debe haberse enterado de las noticias de mi matrimonio», pensó. Dejó los libros a un lado y salió hacia la sala de dibujo.
—Hermano —lo saludó educadamente.
Rafal, que estaba sentado en una silla, se levantó. —¿Cómo has estado? No tuve mucho tiempo para hablar contigo.
—Lo entiendo, hermano. Eres un caballero y tienes que estar con Su Alteza todo el tiempo —respondió ella.
Él la miró con una mirada que mostraba la preocupación de un hermano. —Erin, me enteré de los arreglos de tu matrimonio.
Ella asintió. —Y has escuchado bien.
—Oh, así que yo también lo he escuchado bien —otro hombre entró en la sala de dibujo junto con Euron.