En respuesta a la convocatoria de su maestro, Karla entró en la habitación con la cabeza inclinada.
—¿Sí, maestro? —preguntó, deferente en su postura.
—Te he llamado aquí por una razón —explicó Oriana, abriendo el frasco delante de Karla.
Reconociendo el frasco, Karla se preguntaba qué hacía en posesión de Oriana.
—Tu maestro me ha dado esto para mi uso personal, para castigar a aquellos que podrían causarme problemas. Sin embargo, no estoy segura de si funciona, así que necesito probarlo —explicó Oriana, conjurando otra tetera de té y una taza para reemplazar las que había destruido en su anterior ataque de ira.
Poniendo una sola gota en la taza vacía, Oriana dirigió sus palabras a Edna,
—Mencionaste que una gota es suficiente.
Mientras tanto, Karla sentía un presentimiento, como si pudiera anticipar lo que estaba sucediendo. Oriana procedió a verter té en la taza, revolviéndolo suavemente para mezclar el líquido con la gota. Fijando su mirada en Karla, comentó,