Mientras tanto, de camino a Ahrens, Erin compartía carroza con su padre y su hermano.
—Finalmente, Su Majestad y todos nosotros podemos estar en paz —comentó Walys, sintiéndose como si un gran peso le hubiera sido quitado de encima.
—Sí, Padre —respondió Euron—. El Príncipe Arlan y todos los involucrados han hecho un trabajo loable.
—Eso también te incluye a ti —dijo Walys, mirando a su hijo con orgullo.
—Yo no hice casi nada comparado con lo que el Príncipe Arlan y los nuevos señores del noreste han logrado. Sin ellos, nada de esto habría sido posible —respondió Euron.
Al mencionar a los dos nuevos señores, Erin frunció el ceño interiormente y estrechó sus ojos hacia su hermano. Él no le había contado sobre su propio guardespaldas, incluso cuando habían llegado juntos a la corte real.
Euron percibió su mirada de desagrado y dijo —Él fue tu guardespaldas durante días, y tú no pudiste descubrirlo. Eso es culpa tuya. Siento que todas nuestras enseñanzas han sido en vano.