Al escuchar la pregunta de Atticus, el joven que inicialmente había estado asintiendo frenéticamente con la cabeza, como si estuviera listo para aceptar todo y cualquier cosa que este monstruo de cabello blanco le preguntara, de repente se quedó congelado.
Sus ojos de inmediato se llenaron de aún más lágrimas.
El joven giró su mirada por el salón, esperando que alguno de los estudiantes viniera en su ayuda, pero todo lo que obtuvo fueron miradas que se desviaban, ya que ninguno de los estudiantes tenía intención de intervenir.
—P-por favor, t-tienen que e-entender. Y-yo n-no puedo —antes de que el joven pudiera seguir hablando, Atticus de repente apartó su mirada del joven, poniéndose derecho desde su posición inclinada.
Antes de que pudiera entender lo que estaba sucediendo, de repente sintió algo cálido envolviendo todo su cuerpo.