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14.79% El diario de un Tirano / Chapter 25: El nuevo ejército

Bab 25: El nuevo ejército

  Al permitir la salida de los hombres de la aldea, el joven se quedó en los campos de entrenamiento, observando el maniquí de paja y palos, ya que, después de haber despertado había notado un notable cambio en su cuerpo, pero por la repentina intromisión de los aldeanos, no pudo identificar esos cambios. La diferencia más notable era su mente, sentía que su velocidad de procesamiento era mayor, logrando pensar dos cosas al mismo tiempo sin mucha concentración, al igual que con sus sentidos, logrando observar todo con mayor claridad, escuchando con detalles y, con el olfato más desarrollado.

Lanzó un golpe recto al aire, ni muy lento, ni muy rápido, sin embargo, con la fuerza de repulsión que logró reunir destrozó el maniquí de paja y palos.

  --[Inventario] --Dijo de manera involuntaria, como un mal hábito.

Para su completa sorpresa, una ventana ilusoria, con tres casillas liberadas y las otras bloqueadas se presentó ante su rostro y, aunque las casillas no tenían ningún objeto, no se sintió defraudado.

  --Maravilloso. --Sonrió.

∆∆∆

Al día siguiente, el joven, con la ayuda de Astra citó a los esclavos combatientes, a los nuevos soldados y a los esclavos de servicio a uno de los salones principales del castillo.

El joven se hallaba sentado en una silla de madera alta, con acabados exquisitos y con un grosor considerable, con un parecido cercano al trono del "rey falso". Al lado de él, por ambos costados estaban de pie, su sirviente oficial, Astra y, la sirviente aún no oficial, Fira. Ambos individuos observaban a los presentes con una mirada solemne, pero penetrante.

  --Astra. --Dijo el joven para otorgarle la palabra.

Asintió, dando un paso al frente y, con un tosido aclaró su garganta.

  --Muchos de ustedes fueron despojados de sus familias --Comenzó a hablar con un tono claro y conciso--, vendidos a este lugar por tribus rivales, o, como en el caso de mi hermana y mío, vendidos por nuestros propios padres al no poder pagar los impuestos establecidos por el anterior Barlok. Pueden que hayan tenido una causa diferente, pero la consecuencia fue la misma, nos convirtieron en esclavos y, mi señor, presente ante ustedes nos liberó. Así que, tienen dos opciones, servirlo, o trabajar para él hasta comprar su libertad, ustedes deciden. --Guardó silencio.

La multitud comenzó a conversar en voz baja, ligeramente disgustados por la oferta del señor sentado.

  --¿Y cuál es la diferencia? Al final seremos lo mismo, sus esclavos. --Preguntó una valiente.

Los presentes asintieron, estando de acuerdo con las palabras de la señorita.

  --Buena pregunta --Se acercó un poco más-- y, la respuesta es sencilla, jurarle lealtad representará seguridad para ustedes y los suyos, pero como trabajadores, será igual como eran tratados antes de la llegada de mi señor, como basura sin valor.

  --Es una buena opción de un cadáver andante --Dijo un hombre en la multitud, algo alto y robusto, con largas cicatrices por toda su piel-- pero mi respuesta es está --Hizo una señal, una que no entendió el joven, pero que sus subordinados y los presentes sí, para simplificarlo, significaba que se lo estaba follando--. Me iré antes de que las tropas del rey vengan por esa niña y, les aconsejo que hagan lo mismo.

Astra estaba enojado, pero no dejó que se notara en su rostro. Volteó, para observar la orden de su señor, sin embargo, él no estaba en el lugar donde segundos antes había estado, por lo que al ver la expresión de su hermana, rápidamente regresó su mirada al frente. A cinco pasos de él, el joven de cabello negro se encontraba levantando del cuello al hombre robusto, mirándolo sin emoción alguna.

  --No comprendo de dónde proviene tu arrogancia, si eres sumamente débil --Apretó un poco más. El hombre jadeó, apretando con ambas manos el antebrazo del joven, las venas de su brazo, cuello y rostro se resaltaron por el enorme esfuerzo que estaba haciendo--. Dime otra vez ¿Qué es lo que soy?

Los ojos del hombre enrojecieron, al igual que su rostro, la falta de aire lo estaba debilitando, pero su terquedad le  impedía tomar la derrota, el joven suspiró, apretando su agarre. El sonido de fractura invadió la sala, dejando a todos en silencio.

  --Llévenselo. --Ordenó.

Los dos soldados en la entrada asintieron, cargando el cuerpo inerte del hombre y, llevándoselo de la presencia del joven.

  --Astra, puedes continuar. --Regresó a su silla. Fira sonrió al verlo.

  --Sí, señor --Asintió--. ¿Y bien? ¿Qué deciden?

Nadie se atrevió a responder, era evidente que cualquier cosa que decidieran, estarían a la merced del tiránico joven.

  --Juro mi lealtad --Dijo repentinamente la dama valiente que anteriormente había hablado-- hacia usted --Se quedó en silencio, pues no sabía el nombre de la persona a quién le estaba jurando su lealtad. Al ver qué nadie respondió, continuó con su juramento--... Prometo ser el escudo ante sus enemigos y, la espada que derrote a sus adversarios. --Cayó de rodillas, bajando el rostro.

*Alguien desea jurarte lealtad*

*Aceptas: SI/NO*

El joven se levantó y, con un sutil movimiento tocó con su mano la frente de la dama.

[Instruir]

Activó su habilidad en ella, al terminar, la interfaz de las características de su persona se presentó ante su rostro.

~•~•

  - Nombre: Juna Ytso.

  - Edad: 19 ernas (años).

  - Estatus: Subordinado de [ ]

  - Sangre: Mixta.

  - Potencial: Regular.

  - Lealtad: Mínimo.

  - Habilidad especial: No tiene.

~•~•

*Advertencia: subordinado con posibilidad de insubordinación*

Observó a su nueva subordinada, aunque la nueva adquisición no era tan destacada, servía como nueva recluta del ejército que estaba formando.

Eran cuarenta esclavos, quince de los cuales optaron por jurarle lealtad, ya que, los restantes, al conocer sus propios límites entendían que en un posible asalto, o incursión enemiga, serían los primeros en morir, por lo que prefirieron trabajar para conseguir su libertad. Al menos era mejor que como esclavos, ya que tenían la esperanza de conseguir una nueva vida después de trabajar un buen tiempo. De esos quince, solo logró ocupar la habilidad [Instruir] en cinco, ya que su energía se terminó antes de ser ocupada en el sexto, sin embargo, aún con el cansancio, una sonrisa se vislumbraba en su rostro al notar la notificación parpadeante.

*Tu habilidad [Instruir] ha subido de nivel*


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Bab 26: Responsabilidad

  Después de descansar por un día completo fue a por Fira, con la esperanza de que ahora, después de haber subido de nivel su única habilidad lograría activarla en ella, lamentablemente, después de tres intentos se dio por vencido, haciéndole caso a la notificación sobre que el nivel de su habilidad aún era demasiado bajo.

  --Me esforzaré para ser merecedora de su poder. --Dijo con una ligera sonrisa.

El joven quedó momentáneamente cautivado, pero después de un momento de silencio, negó con la cabeza.

  --Quien debe esforzarse soy yo. --Le sonrió de vuelta. Su actitud era completamente diferente cuando estaba cerca de los dos hermanos, no sabía porque, pero había algo en ellos que le inspiraba confianza.

Fira no supo que responder, por lo que solo se quedó de pie, ahí, con una sonrisa ligera.

  --Confío en qué continuarás comiendo bien --Acarició su cabeza--, Astra dijo que tú mal estado se debía a la mala alimentación con la que los soldados los tenían --Fira asintió--. Lo digo porque espero grandes cosas de ti.

  --Sí, señor. --Su sonrisa se hizo más grande.

∆∆∆

El ruido del golpe de metal, acompañado de sonidos de pasos sobre la tierra, jadeos pesados y maldiciones acaloradas, todo en una misma escena.

  --Mi hermano es más rápido desde que le entregó su poder. --Dijo Fira, a espaldas de un joven sentado en los escalones.

  --No solo más rápido, también más consciente de su entorno.

Astra bajó el cuerpo, golpeando con el pomo de su espada de madera la nariz de su adversario.

  --Perdón que lo pregunté, pero ¿Cómo lo hace? --Estaba intrigada por el poder de su señor.

  --Nunca me detuve a analizarlo, así que no puedo responderte. --La observó al percatarse que el combate ya había terminado.

Exhaló y se colocó de pie, bajando los escalones, recogió la espada de madera que el oponente de Astra había dejado caer y, se acercó a su más fiel subordinado.

  --Tus movimientos son buenos --Le arrojó la espada--, pero tus instintos carecen fuerza. --Su puño se acercó tanto al rostro de Astra que pudo sentir su aliento, sin embargo, no lo tocó, pero por la fuerza de repulsión su subordinado no tuvo más opción que ser forzado a retroceder dos pasos.

  --Lo lamento, señor --Se arrodilló--. Prometo no volver a decepcionarlo.

  --Eso espero, mi general. --Sonrió.

Astra levantó la mirada estupefacto, no esperaba que su señor le brindara un título tan pronto. Respiró profundo, guardó sus emociones, asintiendo con resolución.

  --En la vida y, en la muerte, seré suyo. --Levantó la mirada, golpeando su pecho tres veces.

  --Bien, mi general, levántate, porque tengo una misión para ti.

Astra obedeció, colocándose de pie, observó a su hermana, quién le sonreía con sinceridad.

  --A sus órdenes, señor.

  --He aprendido cosas estos últimos días y, por una de ellas, he decidido hacer un viaje.

  --Tomaré mis armas y, prepararé el equipo necesario.

  --No te precipites, general Astra, tú no serás quien me acompañé, sino tu hermana --Astra no dejó que se notara su sorpresa y decepción, mostrando una expresión seria--. Tú tienes una tarea más importante y, esa es encargarte de esta fortaleza. Quiero que mejores las defensas y supervises a mi ejército.

  --Será un honor, señor. --Hizo una burda reverencia, una de un claro principiante.

El joven se dio la media vuelta, subiendo nuevamente los escalones.

  --Prepara todo, nos vamos al anochecer. --Dijo al pasar junto a Fira, quién asintió con obediencia y tranquilidad.

∆∆∆

Al caer la noche las antorchas fueron encendidas, los pocos soldados patrullaban, el silencio consumía los alrededores. En uno de los rincones de la fortaleza se encontraba una pequeña caballeriza y, ahí, a la luz de la luna, un joven de aspecto tranquilo se encontraba acariciando un lindo caballo color azabache.

  --Que criatura más magnífica. --Dijo, mirando a los ojos del majestuoso animal.

Fira, quién se encontraba ensillando al equino sonrió, no se esperaba que su señor no conociera a los caballos, entendiendo que tampoco sabía montarlos.

  --Todo está listo, señor. --Dijo.

El joven dejó de acariciar al hermoso animal, yendo al lado de la dama. Fira montó primero después de recibir la orden de su señor, quién la acompañó un momento después.

  --Avanza. --Ordenó.

  --Sí, señor.

Sujetó la riendas hábilmente, dándole la orden a su caballo de avanzar. Los soldados abrieron la puerta al notar la llegada de su nuevo señor, saludándolo con sumo respeto.

  --¿A dónde, señor? --Dijo Fira al encontrarse con la única intersección de la aldea.

  --Al Norte. --Dijo después de recordar el mapa que la voz le había enseñado.

  --Sí, señor.


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