Jiang An quedó estupefacta por un momento. Sintió que algo estaba mal. Tras pensar un rato, finalmente supo cómo responder.
—Pero hay un límite en la cantidad de sillas. Acaparaste tantos recursos cuando no los necesitabas. Entonces, las personas que los necesitan no podrán usarlos —dijo.
Zou Bai se volvió para mirar la expresión seria de Jiang An.
—¿Crees que es injusto? —preguntó.
Jiang An asintió con energía para expresar su actitud.
Zou Bai sonrió casualmente.
—Esta sociedad siempre ha sido injusta. De lo contrario, ¿por qué algunas personas nacen en la cima de la pirámide mientras que otras ni siquiera pueden permitirse leche en polvo? —dijo.
Todo el mundo sabía que la realidad era cruel, y estas palabras eran realmente irrefutables.