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6.64% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 17: Mascota

Bab 17: Mascota

Han pasado un par de días. Shi y Song han decidido medio inmovilizarme y utilizarme a su gusto, entre risas y jadeos. Los pechos de Shi moviéndose frente a mí son preciosos y seductores. Los de Song, mucho más abundantes, totalmente destructivos.

  Bang Rui sufre mi "venganza". Se masturba cada vez que terminamos, en su habitación. Por lo demás actúa obedientemente. Se lo hago de pie, alzándola, de frente. Se queda una vez más al borde. Se resiste a dejar caer la última muralla. Y se empieza a masturbar en cuanto vuelve. Se sigue masturbando después de un primer orgasmo. Pero esta vez la traigo de vuelta, con cama incluida. No sé da cuenta y sigue. Vuelve a correrse. Pero no se detiene.

–Un bonito espectáculo.

Ella se incorpora de golpe. Se da cuenta que no está en la habitación. Me mira, balbuceando sin decir nada. Sus manos se han detenido, pero siguen en sus partes íntimas.

–Pareces frustrada, déjame ayudarte.

Dos dedos se introducen en el interior de su vagina y el otro acaricia su clítoris. La otra mano pincha su pezón. Se corre al momento. No paro hasta que tiene otros dos orgasmos. Jadea. Su pecho sube y baja. Me mira fijamente. Aún no he acabado. Abro sus piernas y las empujo hacia arriba, sobre mis hombros. Al acercarme a ella, las empujo un poco más, casi llegan sus rodillas hasta sus brazos. La penetro y tiene otro orgasmo.

–Parece que lo disfrutas– la provoco. No dice nada. Solo gime.

Sigo penetrándola. Le hago sujetar sus piernas con las manos. Ella tiembla continuamente. No puede pensar en nada más que en el placer. Lo voy aumentando gradualmente. Fuerzo a que nos corramos los dos juntos una última vez. Ella mira al cielo con expresión vacía. Jadeando.

–¿Los has disfrutado?– le pregunto.

Ella no me mira. Como si no me hubiera oído.

–Bien, si no quieres ser sincera, puedes hacerlo tú sola.

Antes de que pueda reaccionar, la devuelvo a la habitación.

—————

Por la noche, Liang está durmiendo. Hoy no lo hemos hecho. No es habitual, suelen dejarla tranquila, pero hoy no ha tenido suerte. Está dolorida. Me ha pedido perdón varias veces. No sé como tengo que decirle que no es culpa suya. Supongo que se ha dado cuenta que estaba enfadado. Pero no era con ella. Era con ese maldito estudiante. Me fastidia que usen a mis chicas. Pero que encima les hagan daño, es imperdonable.

Estuve investigando en el taller de alquimia. Para ver si podía hacerme con alguna planta para las pociones. No tuve suerte. Pero recopilé algo de información. Entre ella, una planta fácil de encontrar y que puede causar diarrea, si se come sin destilar o cocer. En cuanto sepa que está en aislamiento para cultivar y haya que llevarle comida, me aseguraré de estar ahí.

Shi y Song descubren una sonrisa algo malvada cuando las llamo. No era consciente de mí mismo. No paran hasta que les cuento todo, cosquillas incluidas. Me pegan bronca y un par de sermones. Que si es muy peligroso. Que si no vale la pena. Luego me sugieren que alimentos son más fuertes para disimular la planta. Me las quedo mirando.

–¿No se supone que ibais a disuadirme?

Se ríen. Les devuelvo la tortura a base de cosquillas. Se han dejado ganar, lo sé. Se rinden. Se abren de manos y piernas para que les haga lo que quiera. Lo hacemos apasionadamente. Luego me dicen se sienten orgullosas de mí. De mi rebeldía como esclavo. Se duermen las dos junto a mí, una a cada lado. Tardo un rato en devolverlas.

Observo a Bang Rui. Ha estado bañándose. Se ha masturbado mientras se limpiaba la vagina. Ahora está esperando a que la llame, haciendo ver que medita. Pero no lo hago. Me voy a dormir

—————

A la mañana siguiente, beso a Liang con cariño. Hasta que se rinde y no me pide más perdón. Cuando se va, está un poco roja.

Ya le he cogido el tranquillo a hacer las copias e imbuir el qi. Soy uno de los esclavos en la etapa uno a lo que menos molestan, bajo la protección del maestro Mu. Pero sé que nunca puedo estar seguro del todo. Bang Rui ha salido a correr y se ha bañado. Ha vuelto a masturbarse mientras se bañaba. Igual acaba perdiendo la razón completamente. Estoy pensando en darle algo que hacer si consigo mi objetivo. He encontrado un cuaderno casi completo de una técnica bastante difícil de dominar, pero que me iría bien que tuviera. De hecho, lo había visto y descartado, pero ahora resulta útil.

Toca llevar agua. Algo nervioso, las dejo recogiendo algunos frutos y semillas mientras llevo el primer cargamento. Podrían descubrirlas. Sé que no harán nada peligroso. Pero les gusta amenazarme de lo contrario. Cuando vuelvo, descubro con la detección de qi que Shi se ha escondido. Y eso que sabe domino la técnica. Está entre unos arbustos. La agarro por detrás y le tapo la boca. La acerco a mí, metiendo la mano bajo su túnica de esclava, directa a su entrepierna. Hacía días que no la veía vestida. De alguna forma, es erótico.

Ella presiona su culo contra mí. Cuando está húmeda, me bajo los pantalones y la penetro. Es extraño hacerlo con ella con ropa. Mi mano sube hasta su pecho, subiendo su túnica, descubriendo su piel morena, sus pechos que caben en mi mano. No la desnudo del todo.

Ambos estamos de pie. Ella ligeramente arqueada. De espaldas. Con la cabeza hacia mí. Con la boca aún tapada. Le muerdo la oreja. Le lamo la mejilla. El cuello. No me muevo. Se mueve ella. Su culo no deja de golpearme. Solo se detiene un instante cuanto tiene un orgasmo. Sigue inmediatamente, aún contrayéndose por él. Incluso acelera. Su mano aprieta la mía contra su pecho. La otra llega hasta mi cabeza. Acaricia y agarra mi pelo mientras mueve sus caderas.

Es excitante. El placer que siento es intenso. Si no fuera por las técnicas del cuaderno, hace rato que habría llegado al final. Se encarga de que la penetración recorra toda la extensión. A veces a punto de salirse, pero parece tenerlo controlado. Golpea contra mí con fuerza. Se adivinan sus gemidos a través de mi mano. Los orgasmos a través de su cuerpo, de como aprieta mi miembro.

Nos corremos los dos. Ella aún se mueve un par de veces más. Luego se da la vuelto. Sus piernas le tiemblan un poco, pero se sostiene. Me mira. Su respiración es rápida. Aun así me da un largo beso. Sonríe. Satisfecha. Del sexo y de que su plan haya funcionado. Está claro que me manipulan cuando quieren.

–¿Ya me toca?– aparece Song.

–Todo tuyo– le dice Shi.

–¿Yo no tengo nada que decir?– me quejo.

–No– dicen ambas. Suspiro. Se ríen.

Song me coge la mano y la lleva hasta su entrepierna. Está mojada. Me besa. Ahora la lleva a su culo. La otra también. Luego mueve las suyas alrededor de mi cuello. Salta y me envuelve con sus piernas. Yo la sostengo. Cuelga frente a mí, mirándome.

–Métela– me dice seductora.

No la hago esperar y la penetro. Lo hago despacio. Ella me mira. Mantiene la distancia de sus labios. Hay pasión en sus ojos. A veces se muerde el labio. O se pasa la lengua. Cuando me lo pide, acelero. Sus pechos están bajo su túnica, que se mueve insinuante. Quiero besar su rostro pecoso, pero está lejos. Así que beso los brazos también pecosos, que se sujetan en mi cuello.

Cuando más acelero, más evidente es el movimiento de sus pechos. Normalmente serían hipnóticos, pero no puedo apartar la mirada de los ojos que me miran. Se muerde el labio inferior cuando tiene un orgasmo. Abre la boca y gime suavemente cuando se recupera de él. Su cuerpo tiembla con más fuerza y yo también llego al clímax. Ella sigue mirándome y mordiéndose el labio. Jadeando.

Cuando recuperamos la respiración y el pulso, ella se acerca y me besa.

–Me gusta cuando eres malo. Pero también cuando eres obediente.

Me vuelve a besar. La agarro cuando se baja. Sus piernas no la sostienen. Aprovecho para subirla la túnica y sentir sus pechos contra mi piel.

–¿Los echabas de menos?– me pregunta seductora. Yo solo la beso.

—————

Cuando se van, tampoco invoco a Bang Rui. Parece inquieta. Va dando vueltas. Cuando asume que no la voy a llamar, no aguanta más y empieza a masturbarse. Está como una hora. No parece satisfecha.

Por la noche, Liang está mejor, pero lo dejamos para mañana. Insiste en hacerme una felación. Es mucho mejor que Bang Rui. Y yo jugueteo con sus senos y vagina. Solo por fuera. Tiene dos orgasmos.

Song insiste en hacerlo de pie como se lo he hecho antes a Shi. Shi quiere que se lo haga como a Song. En serio, son como niñas. Niñas celosas y pervertidas. Pero en parte es culpa mía. Asumo la responsabilidad. Las tengo un poco consentidas. O ellas a mí.

Llamó a Bang Rui. Ella va directamente a hacerme una felación, sin preocuparse de la durmiente Liang.

–Quieta.

Ella se para. Mirándome. Ansiosa.

–¿Qué es lo que quieres?– le pregunto.

–Yo… nada… solo… creía que tú…

–Si no quieres nada, puedes volverte.

–¡No! ¡Espera!

–¿Sí?

– No es suficiente. Por favor. Quiero más– suplica.

–¿Qué no es suficiente?

–Masturbarme no es suficiente. Métemela. Hazme… sentir placer– vuelve a suplicar.

–¿Harás lo que diga? ¿Eres mía?

–Sí, haré lo que quieras. Soy tuya.

–Empieza.

No le doy más ordenes. Ella se arrodilla ansiosa ante mí. Se pone mi miembro en la boca. Empieza a chuparlo, a lamerlo con la lengua. Aún es torpe. No sabe realmente como dar placer. Una de sus manos la ayuda a sujetármelo. La otra la usa para masturbarse ella misma. Pronto, con ayuda de qi, está al borde del orgasmo.

–No te corras antes que yo– le ordeno.

Ella deja de masturbarse. Su mano la aprieta en su cadera, ansiosa por volver. Acelera su movimiento, intentando darme placer y poder dárselo a ella. Le voy dando pistas cuando me da más placer, gimiendo ligeramente. Al principio no se daba cuenta, pero parece que, poco a poco, va centrándose en las zonas más sensibles.

–Voy a correrme. Puedes tocarte.

Eyaculo dentro de su boca y le dejo llegar a un pequeño orgasmo. Luego ella se separa de mi miembro y cierra la boca. Traga el semen y vuelve a medio abrirla. Me mira obscenamente, con algo de saliva cayéndole.

–Lo has hecho bien. Vuelve otra vez, hasta que esté erecto.

Hace lo que le digo. Lo saca poco a poco de su boca cuando permito la erección, casi besándolo. Está cubierto de saliva. Ella gotea por debajo.

–Ponte de pie. De espaldas. Inclínate y muéstrame tu agujero.

Ella lo hace. Su culo alzado ante mí. Sus manos abriendo sus nalgas, mostrándome su húmeda vagina.

–Ahora dime que es lo que quieres.

–Métemela. Tu polla dentro de mi coño. Hazme correrme– suplica en voz baja. Sabe que no puede gritar.

–Muérdelo– le ordeno, acercándole un trozo de ropa a la boca.

Ella lo hace. Inmediatamente le pongo las manos en las caderas y la penetro. Ella se arquea hacia atrás. Le he dejado tener otro pequeño orgasmo.

La cojo de las muñecas, dejando sus brazos estirados sobre su espalda. Los uso para embestirla una y otra vez. No soy suave. La hago correrse continuamente. Hasta que sus piernas no pueden más. La cojo de las caderas mientras el resto de su cuerpo se desploma. No dejo de penetrarla por detrás. Salgo de su interior y le hago darse la vuelta. El trozo de ropa en su boca está empapado de su saliva

–Abre las piernas y mírame.

Casi sin fuerza las abres. Vuelvo a penetrarla. La miro a los ojos. Vuelve a tener otro orgasmo. Cierra un instante los ojos. De inmediato los abre y me mira. La sigo penetrando y juego con sus modestos pechos. La hago correrse más y más fuerte. Está al borde de perder el conocimiento cuando me corro en su interior. Le sacó el trapo de la boca. Ella jadea.

–Ahora yo soy tu amo. Tú eres mi mascota. ¿De acuerdo?

–Sí. Aaaaahhh– responde apenas si pensar.

–¿Sí qué?

–Haaaaahhh. Sí, amo.

–Quiero que mi mascota me lama la cara.

No duda. Me da lengüetazos en la mejilla. Despacio. Obscenamente.

–Ahora bésame. Me besa con lengua. No se detiene. Le pongo el dedo sobre su ano y aplico qi. Tiene un pequeño orgasmo. Se queda rígida un instante, por la sorpresa. Luego sigue moviendo la lengua. La hago correrse más y más fuerte por su ano, sin llegar a penetrarlo.

–Lo has hecho bien. Este es tu premio.

Nuestras bocas se han separado, pero siguen unidas por un hilo de saliva. Vuelvo a besarla. Una mano penetra en su vagina. La otra sigue sobre su ano. La hago correrse violentamente hasta que se desmaya. Luego la envío de vuelta.

El vínculo se ha reforzado. Puedo decir que se ha sometido por completo. Es intoxicante la sensación de triunfo. De dominio. La parte mala es que la he convertido en una adicta al sexo.


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Bab 18: Sin Liang

Esta mañana Liang me besa un largo rato. No quiere dejarme ir. Tampoco hay para tanto. Solo estará un par de días fuera. En la habitación de cultivo. Estoy seguro de que conseguirá subir a la etapa uno. Su nivel de qi es más que suficiente.

Observo a Shi y Song mientras estoy copiando cuadernos. En el huerto de Shi empiezan a brotar algunas plantas. Me ha hecho crear algunos canales. Luego ha cavado otros más pequeños. Es extremadamente sexy trabajando desnuda. Sus pechos y culo rebotando. Sus partes totalmente expuestas. Song la ayuda en lo que puede. Le frustra no poder caminar con normalidad. Va mejorando, pero su pierna ha soldado mal. Sin un médico, la única posibilidad es subir al reino del Alma. Espero que funcione.

Rui se está bañando después de correr. Vuelve a masturbarse cuando lo hace. Y esta vez juega con su ano. Incluso llega a penetrarlo con un dedo, aunque no muy profundo. Es culpa mía, lo sé. Aunque no me siento culpable de hacer experimentos con ella.

Hoy Shi ha estado jugando con los pechos de Song mientras lo hacía con esta. Song se ha vengado lamiéndole el clítoris después. En serio, podrían comportarse. O mejor, no. A Rui la he follado como la primera vez, cuando la violé. Tenía que asegurarme que no había problemas.

–Ah, aaaah, entonces no lo quería… !HHAAAAHH! …reconocer. Haaaahhh. Qué me estaba… aaaaahh… corriendo.

Ha sido bastante excitante verla totalmente sometida. Cuando la he hecho besarme al despedirme, no me he olvidado de jugar con su ano. De despertar más su curiosidad. Su lujuria.

Después he ido a entregar un cargamento de madera y he seguido a Pen, que empezaba entonces. Se ha parado en un lugar apartado.

–¿Me esperabas?– le pregunto, provocándola.

–Solo quería saber si alguien me seguía– miente.

–Oh, lástima, ¿entonces no quieres nada de mí?

Ella me abraza por la espalda.

–Sabes que sí.

Me besa en el cuello. Me lame la oreja. Llevo sus manos a sus nalgas. Me giro y me besa. Le quito la ropa. Ella me quita la mía. Yo la sigo besando, mientras juego con su vagina y le provoco un orgasmo. Le hago alzar una pierna por encima de mi hombro. Penetro en su ahora expuesta vagina. No dejo de besarla. O ella no deja de besarme a mí. Sus abundantes pechos se restriegan contra mí mientras me muevo dentro de ella.

La ayudo un poco con el qi, expandiendo su contenedor. Está cerca de la etapa uno. Luego lleno el mío. Había vaciado un poco previamente practicando la "Armadura". Creo que ya la domino bastante bien en zonas concretas. Tengo que practicar para expandirla hasta cubrir todo el cuerpo.

La verdad es que ya no me es muy útil tener sexo con la mayoría de esclavas. Pero no puedo dejar de seguir haciéndolo. Ellas me piden sexo, lo quieren. Y es cierto que yo también, no puedo negarlo.

Es una posición bastante íntima y algo forzada. Por suerte, Pen es flexible. Monopolizo su boca. Entro y salgo de su vagina. Rozo su clítoris y se estremece cada vez que la penetro. Mis manos siguen en sus nalgas. Las suyas se apoya en mis hombros.

Su boca se aparta de la mía. No puede controlarse. Jadea entre orgasmos. Y gime en ellos. Yo también estoy al límite. Aunque la técnica me permite controlarlo, no quiere decir que quiera hacerlo. Me corro dentro de ella y le provoco otro orgasmo.

La ayudo a bajar la pierna y a sostenerse. Ella me da un último y largo beso. Son todas tan cariñosas. Tan maravillosas. Odio que las traten mal. Pero poco puedo hacer al respecto. A veces pienso en quedármelas todas. Pero la Residencia tiene un límite. Y causaría una conmoción. Dudo que pudiera escapar. La ayudo con la madera.

—————

Antes de volver a la habitación me acerco al trozo de suelo de Ai. No hemos hablado desde entonces. Me ha estado evitando. Liang me ha pedido que "hable" con ella.

–Hola Ai. ¿Puede venir un momento? Me gustaría que habláramos– la sorprendo.

Ella se gira y me mira. Su cara toma un color pálido.

–Sí… Claro…

Mi rango es superior, prácticamente está obligada. Me sigue a la habitación. Cuando cierro la puerta empieza a llorar.

–Lo siento… Yo no quería decírselo pero… 

Debe creer que quiero castigarla. No estoy enfadado con ella. ¿Cómo podría? Ha sufrido mucho. Y le dio una paliza. Me acerco y la abrazo. Ella se sorprende. Llora más fuerte sobre mi pecho. Le acaricio la cabeza y la espalda. Con suavidad. Sin segundas intenciones. La dejo llorar. Me siento algo culpable. Tendría que haber hablado con ella antes. Intento ignorar sus enormes pechos apretándose contra mí.

Se ha calmado un poco. Me mira. Aún caen lágrimas de sus ojos, pero menos. Las limpio con mi dedo. Me besa apasionadamente. Yo muevo las manos hacia abajo, alcanzando sus glúteos, agarrándolos con fuerza, perversión y qi. Ella gime sorprendida. Va a volver a besarme, pero se detiene. Con sus manos se separa un poco de mí. No entiendo muy bien que sucede ahora.

–Si seguimos, Shu me mata. ¿Po…podemos llamarla?– me pide avergonzada.

–Claro, os espero.

Ella se gira. Para su sorpresa, la cojo por detrás. Agarro su enorme pecho con una mano. Lo aprieto y lo muevo. La otra mano llega a su entrepierna. Aplico un poco de qi. Noto su excitación.

–No tardes mucho– le susurro al oído.

La suelto. Ella me mira. Sonríe seductora. Se gira y sale corriendo. Me siento a esperarlas. Hago ver que medito. No tarda mucho en volver.

–¿Por qué tanta prisa? ¿A dónde vamos?– protesta Shu.

Abre la puerta y me ve. Entra y se tira encima de mí.

–¡Kong! ¡Te echaba de menos! La tonta de Ai tenía miedo de verte. 

Ai está roja. Shu me besa. Estoy tumbado en el suelo desde que ha saltado sobre mí. Mis manos llegan a sus nalgas, buscan su vagina. Ella gime. Su empieza a humedecerse por abajo.

–Aaahh. Mira lo que haces…

De repente se levanta de golpe y se dirige hacia Ai, que está de pie mirándonos.

–¡Por eso tenías tanta prisa!– exclama Shu –Estás mojada, ¿verdad?

Ai intenta negarlo, pero Shu la ataca, quitándole la ropa. Acaban las dos en el suelo. Ai con las piernas abiertas, Shu triunfante mostrando la vagina húmeda de su amiga.

–¡Vamos! ¡No la hagas esperar!– ríe Shu.

Me acerco. Beso a Shu. La pellizco en las nalgas. Ella da un gritito. Me acerco a Ai por el lado. Cojo uno de sus enormes pecho con la mano. La otra mano se dirige a su entrepierna.

–Pues sí está mojada– digo, intentando parecer sorprendido.

–Los dos en contra mía– se queja Ai.

Muevo mi boca a su otro pecho y lo muerdo con suavidad. Ella gime. Shu está empezando a masturbarse, mirándonos. Estoy varios minutos atacando los pechos y la vagina de Ai. Ella solo gime. Sus manos apretadas contra el suelo. Ha tenido varios orgasmos cuando me incorporo. La miro a los ojos. Ella abre más las piernas, invitándome. Me recuesto sobre ella y la penetro. Gime. Su cuerpo se tensiona unos segundos.

Busco su boca. Nos besamos. Nuestras lenguas jugando la una con la otra. Cuando su respiración se hace demasiado intensa me incorporo. Disfruto del espectáculo de sus pechos rebotando cada vez que la penetro. De su rostro invadido por el placer. Shu se acerca y le succiona uno de los pezones. No deja de masturbarse. Le doy un cachete. Ella suelta a Ai y me mira, lasciva. La acaricio donde se ha producido el sonoro pero leve impacto. Luego bajo hasta su vagina. Ella aparta su mano y deja paso a la mía.

Mientras, Ai no deja de gemir. Ya no me mira. Sus ojos se dirigen al techo Su boca abierta. Su cuerpo ligeramente arqueado. Está abrumada por el placer continuo. Acelero un poco más con las dos. Llegan ambas al orgasmo. El de Ai mucho más intenso.

La dejo jadeando, recuperando la respiración. Pero no suelto a Shu. Solo cuando parece que va a llegar al orgasmo lo hago. Va a quejarse, pero no le da tiempo. La penetro. Arrodillado detrás de ella. Está a cuatro patas, con la cabeza sobre el pecho de Ai. Se agarra a ellos a pesar de las quejas de su amiga. La embisto más intensamente que a Ai. Ahoga sus gemidos Succionando el pecho de esta. De vez en cuando le doy un cachete. Me lo ha pedido ella. Está sin fuerzas. Convulsiona intensamente cuando la lleno. Pierde el conocimiento. Se desploma sobre Ai.

Me acerco a Ai, que me mira. La hago ponerse a cuatro patas y la vuelvo a penetrar, con su masivos senos colgando. Los agarro. No puedo abarcarlos. Los masajeo. Juego con sus pezones. No dejo de penetrarla. La atraigo hacia mí. Se queda de rodillas. Beso su cuello. Entro y salgo de ella. Está totalmente rendida a mí. Su cuerpo ya no tiene fuerza. Se arquea. Su cabeza se apoya en mi hombro. Mi semen la llena.

La sujeto para que caiga despacio. La dejo junto a Shu. Sus cuerpos desnudos ya no ocultan sus muchas cicatrices. Los continuos castigos, muchas veces injustos. Comparado con ellas, Rui tiene incluso suerte. Y eso que sus acciones han sido bastante crueles e innecesarias. Si tenía alguna duda, desaparece.

–Son realmente enormes. No sé como su espalda aguanta– observa Shi a Ai.

–Las mías parece pequeñas en comparación– musita Song, arrodillada ante Ai, cogiéndose las suyas.

–¿Pequeñas? Déjame ver.

Antes de que pueda reaccionar, cojo a Song por detrás, agarrándola de sus senos. Juego también con su entrepierna. La acabo follando como a Ai, por detrás, arrodillada, sobando sus senos, saboreando su piel pecosa. Tampoco me contengo. Ahora que tengo la iniciativa, la aprovecho. Las protestas de Song han quedado en gemidos. Acaba perdiendo el conocimiento.

–Muy intenso– declara Shi de pronto, junto a Song, de rodillas, piernas semiabiertas, insinuándose –. ¿Quieres comprobar si las mías son demasiado pequeñas?

Acepto su invitación. Su vagina está ya lubricada. Sus senos llenan justo mis manos. Es fácil juguetear con sus pezones. Cuando la penetro es ella misma la que pide más. La que pide que la lleve más allá del límite. La que se acaba desplomando con una sonrisa de satisfacción.

Me las quedo mirando un rato. A las cuatro. Las cicatrices de Shi y Song están despareciendo poco a poco. Al menos las físicas. Luego llamo a Rui. Me hace una felación mientras yo sigo contemplando el "paisaje". Me he asegurado que todas duerman.

La hago sentarse sobre mí. Le ordeno que sea ella quien se mueva. Acelera casi de inicio. Yo la tengo agarrada de sus glúteos con una mano. La otra está todo el rato acariciando su ano por fuera. Pongo más qi allí que en ningún sitio. A diferencia que a las otras, no el suficiente para que se desmaye. Le hago darme un beso cuando acabamos. Antes de devolverla le doy un pequeño artilugio. Venía con la Residencia. No es el único.

–Le pones qi, haces que absorba agua y lo metes por el ano. Luego dejas salir el agua para limpiártelo. Si quieres que te lo haga por el culo, úsalo antes.

Se lo doy sin esperar respuesta. Ella tampoco sabe muy bien que decir. Cuando la envío de vuelta se lo queda un rato mirando. Se toca el ano algunas veces. Incluso coloca su adquisición ante él. Al final se duerme.

Mientras, he movido a Ai y Shu a la cama. Y he devuelto a Shi y Song a las suyas. Antes las he besado en la frente, no sé muy bien por qué. Me apetecía hacerlo.


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