Ha pasado casi una semana desde que fuimos de compras a la ciudad. La vida seguiría igual de tranquila si no fuera por unos inquietantes rumores. Debido a ello, justo hemos acabado mi tercer interrogatorio de hoy. Estábamos practicando. Por si no puedo mentir. Como cuando era esclavo.
Varios grupos de Alma fueron de exploración a la misma zona que fui hace meses. Se supone que se adentrarían en zonas de su nivel. El problema está en que alguien descubrió una cueva con una puerta. Y están investigando a todos los de la anterior expedición.
Nos tememos que es el lugar que Rayitas descubrió. Donde estaba el esqueleto. La punta de lanza de Song. El trozo mapa. Y algunas cosas más. Creemos que el mapa es lo más valioso. Por lo que pasó en aquel puesto con el mapa falso.
A mí me han citado para informar ahora. Una forma de decir que quieren interrogarme. Cuando llego, hay una pequeña cola. Sé que soy el último de los convocados. Esperaba que se hubieran olvidado de mí. En aquel entonces, era solo un esclavo. Al final, no ha habido suerte
Tai Feng me ha hablado del interrogatorio. Estaba un poco indignado. Parece que le repitieron varias veces la misma pregunta dicha de diferentes formas. Estaban interesados por saber si había visto una cueva con una puerta. Al final, se enojó porque no le creyeran.
Seguramente, todo su grupo ha dicho más o menos lo mismo. Así que tampoco creo que duden de él. No puede decirse lo mismo de mí. Aunque no pueden saber que estuvimos allí. Espero.
–Tú eres el esclavo. Bueno, ex-esclavo. ¿Por qué te han llamado? Entonces no eras aún estudiante– me pregunta un estudiante peliverde.
Es el único que se ha dignado a dirigirme la palabra. El resto me miraban con hostilidad, desdén, y algunos con curiosidad. No noto en la mirada y tono de voz de este más que curiosidad.
–Ni idea. Eso quisiera saber yo– me encojo de hombros.
–Ya veo… Esto… Soy Xu Siyu. Puedes llamarme Siyu. O hermano Xu, como prefieras. Sabes, te admiro bastante. ¡Un esclavo que se convierte en estudiante! No ha debido de ser fácil.
Parece que es bastante hablador. También parece sincero. Le devuelvo el saludo. Hubiera sido descortés no hacerlo.
–Yo soy Kong. No, no fue fácil. Ser esclavo es duro. Y más cuando algunos estudiantes se sobrepasan y te hacen sufrir sin motivo. Es difícil de olvidar– le respondo.
Lo hago en voz suficientemente alta. Que me oigan todos. Es una velada amenaza a los otros estudiantes. Con suerte, se comportarán un poco con los esclavos. Por si en el futuro son estudiantes. No hay muchos estudiantes aquí, pero es más que ninguno.
–Ya te digo. Algunos son unos cabrones. Los esclavos son presa fácil, pero también abusan de otros estudiantes. Ahora que acabo de subir a Alma, están los que se aprovechan de las peleas obligatorias para intimidar– dice él, en voz baja. Se ve deprimido.
Creo que teme que le oigan. No me extraña. Hay algunos grupos, o bandas, bastante rencorosos. Totalmente irrazonables. Solo por creer que habla de ellos, podrían ir a por él.
–¿Las peleas? Estamos organizando un encuentro para peleas, mensualmente. La mayoría son de alguna artesanía, pero si te quieres apuntar, no hay problema. Son amistosas. Para cumplir con la obligación. Se puede practicar si los dos quieren.
–¿¡De verdad!? ¿¡Cuándo!? ¿¡Dónde!?– pregunta emocionado.
Supongo que es una presa fácil. Alguien que acaba de subir sin casi experiencia de combate. A diferencia de mí, debe de llevar suficiente tiempo en la secta para estar obligado a hacerlos.
–Tenía que ser hoy. Pero con todo esto de los interrogatorios, se ha dejado para mañana. Si vas a la zona de combates mañana, nos verás. Estaremos casi toda la tarde– le informo.
–¡Allí estaré!– exclama entusiasmado –¿Puedo traer a un amigo?
Supongo que le he quitado un peso de encima. Bueno, fue idea de mis pervertidas.
–Mientras no cree problemas, es bienvenido– le aseguro.
Al fin y al cabo, me dijeron que invitara a quien quisiera. Siyu me ha caído bien. No creo que esté actuando. Aunque no puedo descartarlo del todo.
Rui y Ning escucharon decir algo a Dai Fen de pagar a estudiantes contra mí. Aunque parecía más bien un proyecto de futuro. Esto sería demasiado rápido. No es tan competente. Pero sí que voy a tener que ir aún con más cuidado. Si tengo la oportunidad, me desharé de él. Aunque no sé muy bien cómo. ¿Podría pagar a asesinos?
Sé que hay algunas organizaciones criminales. Pero no tengo contactos. Y es peligroso meterse en esos líos.
Tampoco tengo mucho tiempo para pensar en ello. Siyu habla sin parar. Está pensando en intentar meterse en alguna artesanía. O en alguna de las facciones. O simplemente habla por hablar.
–¿Podré preguntarles a los artesanos?– me pide.
–Solo ayudo a organizar los combates. El resto no es cosa mía
–¿Hay chicas?
–Sí.
–¿Me presentarías alguna?
–No. Hazlo tú mismo.
–Vaaaa, no seas así. Los rumores dicen que… Ah. Me toca.
Ufff. Salvado. Empezaba a dolerme la cabeza. Aunque también resulta refrescante. Lo prefiero a las miradas de odio o desdén. Aunque con moderación.
No tardan mucho en llamarme. Hay varios grupos haciendo las entrevistas. Me hacen sentarme en una silla. Hay cinco personas rodeándome. Me trae malos recuerdos. De cuando era esclavo y nos interrogaban. Aunque ahora no pueden intimidarme como antes. O golpearme con impunidad.
–Nombre– exige uno de ellos.
–Kong.
–¿Y el apellido?
Me lo quedo mirando unos segundos. Intento mostrar desdén. La idea era mostrarse agresivo. De esa forma, es más difícil que detecten si algo está mal.
–Sabes perfectamente quién soy. Seguro que está escrito en esa hoja. Era un esclavo no hace tanto. ¿De dónde quieres que saque un apellido?– respondo, intentando parecer irritado.
–¿Estuviste en la expedición de los de Génesis de hace seis meses?– sigue preguntando, ignorando mi actitud.
–¿Estaría aquí respondiendo preguntas estúpidas si no hubiera estado?– me burlo de él.
Enarca una ceja. Está en cuatro de Alma. Es el de más nivel aquí. Tose incómodo. No me importa mucho qué piense de mí. De hecho, que me muestre agresivo resulta bastante creíble. Este grupo en concreto me había interrogado unas cuantas veces. Golpeaban sin razón si no les gustaba algo. Siento desprecio hacia ellos.
–¿En qué grupo estabas?– sigue con las preguntas rutinarias.
–¿Cómo pretendes que lo sepa? Era un esclavo, iba a donde me decían– desdeño su pregunta.
–Pero conseguiste sobrevivir y volver solo. Aun cuando el grupo Pirita fue exterminado– interviene otro.
Etapa uno. Le gustaba quemar la piel de los esclavos con una especie de cigarro. Basura.
–¿Y? ¿Creé un grupo para eso? Si ya lo sabéis, ¿por qué no dejáis de hacerme perder el tiempo?– me encaro.
Resulta divertido. Incluso liberador. No me hace falta actuar. Me he dado cuenta de que tengo bastante odio dentro. Odio que entonces no podía mostrar. Ahora, puedo hacerlo. No pueden hacerme nada. Al menos, no directamente.
–¿Viste una cueva con una puerta?– vuelve a preguntar el primero, como si nada.
–¿Desde cuándo las cuevas tienen puerta? ¿Dónde te crees que estábamos?– me vuelvo a burlar.
–Yo creo que estás ocultando algo. ¿Por qué sino tienes esa actitud?– me acusa un tercero.
–Y yo creo que eres estúpido. ¿Acaso has olvidado que era un esclavo? ¿No eres capaz de ver lo más obvio? No me extraña que sigas en Génesis– me río de él.
Me ha salido del alma insultarle. A este le gustaba golpear. Con algo de ropa para no dejar huella. Y ni siquiera está en Alma.
Se levanta airado. Otros dos lo retienen. Si me hacen algo, podrían perder sus privilegios. Valdría la pena dejarme golpear solo por eso.
–¿¡Y qué tiene que ver que seas un esclavo!?– grita enfurismado, casi escupiendo.
Está fuera de sí. Sonrío burlonamente. Eso le irrita más. Es curioso. Lo estoy disfrutando. Es la primera vez que me encuentro en una situación así.
–De verdad que eres estúpido. Puede que hayáis interrogado a muchos esclavos y olvidéis sus caras. ¿Pero ni siquiera se te ha ocurrido la posibilidad? ¿De que uno de esos esclavos fuera yo? ¿De que me golpearas porque creías que te había mirado mal? ¿O de que el otro psicópata me quemara sin motivo? Pues bien, ahora te estoy mirando mal. ¿Qué piensas hacer?– lo provoco.
De golpe se queda quieto. Me mira sorprendido. Realmente ni se le había ocurrido. A ninguno de ellos. No sé si son arrogantes o simplemente estúpidos. Hay silencio. Incómodo para ellos, supongo.
–Sabéis… Quizás no os acordéis de mí, pero yo sí de vosotros. Todos los esclavos que pasan por vuestro abuso gratuito os recuerdan. Os recordarán. ¿Os podéis imaginar lo que pienso de vosotros? ¿Lo que os odio? ¿Lo que os desprecio? Haced las preguntas que tengáis que hacer y acabemos de una vez. Ver vuestras caras me da ganas de vomitar.
Bueno, quizás me esté pasando. Me estoy dejando llevar. Desahogándome. Aunque ver sus rostros no tiene precio.
–¿Qué sabes de un mapa? ¿O de un manual?– me vuelve a preguntar otra vez el primero, tras unos momentos de indecisión.
–¿No deberíamos insistir con la cueva?– sugiere uno de los que agarraban al tercero.
–Iba solo. Allí había muchas huellas. Así que es imposible que fuera él. Acabemos rápido. Ninguno quiere alargar esto– responde el primero, claramente incómodo.
Sin duda, es el más experimentado. Ha leído perfectamente la situación. Tampoco era tan difícil.
–Supongo que tienes razón. ¿Qué sabes de un mapa o un manual?
–Ya hubiera querido tener un buen mapa. Hubiera estado a punto de morir menos veces– me sigo burlando.
–¡No un mapa de la zona! ¡Un trozo de un mapa del acceso!– se exaspera.
–¿Y qué iba a hacer con un mapa roto? ¿Limpiarme el culo?
Aprieta los dientes. Respira hondo para calmarse. Me hubiera gustado que intentara pegarme. Si lo hacía suficientemente fuerte, tenía previsto dejarme ir. Golpear contra la pared. Es de madera bastante fina. Seguramente la rompería. Y armaría un buen espectáculo.
–Esto es una pérdida de tiempo. Puede irte– declara el primero, apretando los dientes.
Me levanto. Mientras lo hago, los miro a todos uno a uno. Me giro. Salgo por la puerta. Solo cuando me he alejado del edificio me permito respirar aliviado. Ha sido más divertido y liberador de lo que esperaba. Pero también estresante. Y he conseguido una pequeña pieza de información. El mapa es de un acceso. No sé a qué.
He conseguido escapar sin prácticamente responder a ninguna pregunta. Así he evitado que me pillaran en cualquier mentira. No soy bueno mintiendo. Al menos las chicas siempre me descubren.
El otro día, estuvimos un rato con un juego de cartas en el que hay que mentir. Lo trajeron las gemelas. No sé me dio muy bien. Solo Wan fue peor. Lang más o menos como yo. Fue deprimente. Bueno, a ellas les divirtió. A algunas.
—————
Lo mejor de todo es que he vuelto a tiempo. Le dije a Ken que no estaba seguro si estaría. Se ha alegrado bastante de encontrarme.
–¿Cómo ha ido?– me pregunta mientras me quita la ropa.
–Bien. Ha sido divertido hacerles perder los nervios a esa escoria– respondo.
Se detiene y me mira confundida. Sonrío. Se lo explico mientras le quito la túnica. Mientras juego con sus pechos.
–Ja, ja. Yo también quiero hacerlo. ¡Aaah!– dice, riéndose.
–Seguro que lo harás– la animo.
Le hago tragarse una píldora mientras se lo digo. Se la doy boca a boca. Se la introduzco con la lengua. Ella responde apasionada. Rodamos por la cama. De alguna forma, acabo yo debajo. Ella sonríe traviesa. Juega con miembro. Hace que se lo va a introducir. Lo deja resbalar en el último momento.
–Mala– la acuso.
–Tengo un buen maestro– contrataca.
Lo restriega un poco más en el exterior de su vagina. Gimiendo suavemente. Provocándome. Sonriéndome sensualmente. En una de ellas, empujo por sorpresa. Logro introducirme en ella.
–¡¡¡AAaaaaah!!! ¡No seas impaciente!– me reprocha.
Aunque no tarda en moverse arriba y abajo. Adelante y atrás. A veces dando círculos. A menudo inclinándose para besarme. A veces, solo para tentarme. Dejándome que me pierda en sus ojos marrones claro. Dejando a veces sus más que respetables pechos al alcance. O que acaricie su pelo rubio. Siempre permitiéndome mover en su interior.
No siempre podemos estar solos. A menudo viene con Lang y Liu. De lo que no me quejo en absoluto. Aunque quizás hace que estos momentos íntimos sean un poco más especiales. Disfrutar solo de ella. Estar yo todo para ella.
Lo peor es lo de siempre. El verla marchar. El no poder retenerla. Quedármela. Impedir que siga sufriendo. Es cierto que me aseguran que ahora están mucho mejor. Pero mucho mejor no significa que estén bien. Simplemente, que es un infierno más soportable.
Por desgracia, no hay nada que pueda hacer. No sin levantar sospechas. Y ponernos a todos en peligro. Por ahora.
Al menos, al final las chicas no me han castigado. Lo han cambiado por exigirme el mismo trato que a Lang.
–A Lang le hacía falta. Bien hecho– me ha susurrado Liang entre gemido y gemido.
Incluso me han dejado probar trozos de algunos de los dulces. Estaban deliciosos. Sin duda, hoy ha sido un buen día.
Cabe decir que se han reído bastante con el interrogatorio. Incluso me han felicitado. Y también se han cuidado de decir que no me acostumbre. Entre risas y besos. Algún pellizco y cosquillas.
Ellas también han sufrido los interrogatorios. Muchas veces peor que yo. Sin duda, están en nuestra lista. Si algún día hay una oportunidad de vengarse, no seré yo quien mire hacia otro lado.
Por otra parte, hemos conseguido que nos expliquen lo que pasó ayer, en la tienda. Cuando se pelearon con una clienta. Se han hecho de rogar.
–La muy estúpida dijo que le diéramos una tela verde claro. ¡Ya la habíamos elegido! Cuando nos negamos, insistió diciendo que era de la familia Guo. La concubina preferida. Que más nos valía dársela, o tendría consecuencias– explica Liang.
–Liang preguntó entonces: "¿Quién?"– interviene Shi –Ja, ja. Fue muy bueno la cara que puso esa presumida.
–De verdad no lo sabía…– murmura Liang, ligeramente avergonzada.
–––Ja, ja, ja––– nos reímos todos.
–¡No seáis así!– se queja ella, un poco más roja.
No hemos podemos evitarlo. Resulta gracioso. Y está adorable enrojecida.
Shun la anima entre risas. Está en la etapa tres desde hace pocos días. Wei está aceptando bien el nuevo nivel. Por si acaso, guardamos algo de leche de los anteriores.
–Viendo la cara de esa Guo concubina, decidimos seguir el juego– explica Shi con una sonrisa traviesa.
–Shi empezó con: "Ni idea. No debe de ser muy importante. Alguna puta presuntuosa"– sigue Liang.
–Ja, ja. Bueno, quizás me pasé un poco– reconoce, no obstante orgullosa –. Pero se lo merecía. Aunque Liang se pasó más. Dijo: "¿Y quién pagaría por una puta tan fea? Mira como se tiene que pintar… Será solo alguna idiota rica."
–Se puso pálida. A su asistente le costó no reír– ríe Liang.
Todos la miramos. No lo esperábamos de ella.
–¡No me miréis así! ¡No se me ocurrió nada más! ¡Estaba improvisando!– protesta, aunque riendo.
Nos volvemos a reír. Nos ha sorprendido un poco. Suele ser tan dulce y atenta, que nos ha pillado por sorpresa.
–Bien hecho– la consuela Song, entre risas.
–Lo mejor fue Shi después. La dependienta tuvo que aguantarse la risa– continúa Liang. Se está divirtiendo.
–Je, je. Se puso furiosa– se vanagloria Shi.
–Oh, vamos, no os hagáis de rogar y explicadlo de una vez– le tira un cojín Song a Liang.
Esta lo esquiva y da a Yi. No lo suelta. Apuesto que se lo tirará más tarde. Cuando menos lo espere.
–La Concuguo nos amenazó entonces: "Me la vais a pagar…". Shi le contestó… Ja, ja… Es muy bueno… Dilo tú– le pide a Shi.
–No es tan bueno… Aunque en el momento se quedó con la palabra en la boca– sonríe esta.
–O lo cuentas o no te la paso– amenaza Song.
Tiene a Wei en el regazo. Sube y baja las piernas. La niña ríe.
–Vale, vale. Solo le dije: "No. A quien vamos a pagar es a ella, por la tela".
Nos quedamos mirando. No tiene mucha gracia.
–Bueno… En el momento de tensión tuvo gracia. Ahora parece un poco… tonto…– se defiende Shi.
–Si hubierais visto su cara…– la defiende Liang, que está acariciando suavemente a Terror. Rayitas está entre las gemelas.
–Yo la vi salir. Estaba furiosa. Dijo algo de daros una lección– les explico.
–¡Qué se atreva! ¡Será mejor que no me la encuentre!– amenaza Shi. Está un poco excitada.
–Si es de la familia Guo, ¿no tendrá nada que ver con Guo Hai?– pregunta Song.
–Puede. Mañana le pregunto– les prometo.
—————
Después de comer me toca seguir practicando. Shi y Song se quedan un rato. Observándome. En teoría para ayudarme. Para corregir algún error que puedan ver.
–Es un poco torpe, pero lo irá consiguiendo a base de práctica– me critica Song.
–¡Qué se le va a hacer! Solo piensa en sexo. Es difícil para él cualquier otra cosa– la apoya Shi.
–Se supone que ibais a ayudarme…– me detengo y me quejo.
Ellas se ríen. Me abrazan. Me besan. Con sus cuerpos desnudos ¿Cómo quieren que no piense en sexo?
–Sigue así. Pero puedes sacar el qi antes y más despacio– me susurra Shi.
–Estás un poco tenso con el movimiento. Relájate. Déjate llevar un poco más– me aconseja Song.
Reticentemente, las dejo ir. Las devuelvo a la Residencia. Suspiro y sigo practicando. Aún con su aroma flotando.
Lo que más me molesta es que tienen razón. Resulta más fácil si hago caso a Shi. Y si me dejo llevar. El problema es que, aunque no lo reconozca, lo sabrán. Bueno, no es realmente un problema. Solo imaginarme su sonrisa resulta maravilloso. No sé si son mejores que yo o se ve mejor desde fuera. O las dos cosas.
—————
Llamo a Hai para recuperar qi. Y para preguntarle. Se lo explico mientras la hago cabalgarme. Le describo a la supuesta concubina. Sus pechos ligeramente aumentados me quedaron bien. Son realmente sugerentes.
–¡¡Aaaahh!! Esa bruja se lo merece… ¡¡¡HHHhaaaahhhHHH!!! Me gustaría haberlo visto ¡¡Aaaahh!! Es la concubina que ha conspirado contra mamá… ¡¡AaaaaahhhhHH!! Y contra mí. Ella me quería fuera y presionó para que me prometieran ¡¡¡HHHAAAaaaaahhhHH!!! Yo quería ir a la secta pero… ¡¡¡Aaaaaaaahhh!!! Por suerte Amo me encontró… ¡¡¡¡AAAAAAAAAAaaaaaaahhhhhhHHH!!!!
Ya veo. Al menos ahora sé cómo es. Me pregunto si es la culpable también del veneno. Al menos, Wan supuso que lo era cuando le describí los síntomas.
No es muy agresivo. Se pega en los meridianos. Obstruyéndolos un poco. Al principio creía que era efecto de las píldoras de baja calidad. Luego descubrí que volvía a aparecer un poco en Guo Xua. Me aseguró que no había tomado más píldoras. También lo tenía Guo Hai.
Me es fácil quitarlo. Lo acumulado cuesta un poco más. Lo nuevo apenas un momento. Como es poco a poco, es difícil darse cuenta qué está afectando.
La hago correrse. Se cae sobre mí. Su sensual cuerpo apretado a mí. Es difícil no notar la presión de sus dos suaves montículos.
–Escucha atentamente. Creo que a tu madre y a ti os ponían algo. A tu madre aún lo hacen. Algún tipo de veneno que hace que vuestra cultivación se vaya degradando. Probablemente en algo que toméis todos los días. Quiero que pienses qué puede ser. Mañana me lo dices– le explico.
Se incorpora aún jadeando. Me mira con los ojos muy abiertos. Incrédula. Yo asiento, confirmándolo.
–¡Seguro que ha sido… esa bruja…!– exclama indignada – Pero, ¿cómo?
–Piénsalo.
Ella asiente. Está totalmente en shock.
–¡Ay!– grita cuando la pellizco.
–No te preocupes. Lo arreglaremos de una forma u otra– le aseguro.
Ella es muy obediente. Su madre muy pasional. Entregada. Veré que puedo hacer.
—————
Un consolador penetra su culo. Yo me introduzco en el interior de su vagina hasta el fondo. Todos sus carnes tiemblan. Sus enormes pechos lo que más. Wan gime sin parar.
Me ha dicho que quizás podría descubrir el veneno si le enseño la comida o bebida. Tendremos que intentarlo.
La acabo de llevar a su cuarto orgasmo. Se queda tumbada, inmóvil. Solo su pecho sube y baja cuando respira.
–Aaaah… Tan intenso…– murmura.
La devuelvo a su cama. No tarda en cerrar los ojos. Era la última antes de Liang. Se queda esta noche conmigo.
Me sonríe cuando la llamo. Es refrescante verla así. Como me devuelve mi abrazo. Colgándose de mi cuello. Besándome. Sus piernas me rodean. Sus caderas bajan hasta que es penetrada. Luego se mueve poco a poco. Mientras la sujeto de las nalgas.
Yo estoy de pie. Ella abrazada a mí. Sin tocar el suelo. Moviéndose poco a poco. No dejando mis labios ni por un momento.
Sus manos acarician dulcemente mi pelo. Las mías se recrean en sus suaves nalgas. Sus pequeños pechos se aprietan contra mí. Noto sus pezones erectos rozándome cuando se mueve.
Cada vez que baja, su vagina me envuelve de placer. No soy el único. Puedo notar como ella se estremece. Como su lengua se detiene un instante. Para seguir atacando. O defendiéndose.
Estoy un buen rato disfrutando de su interior. Del contacto cálido de nuestros cuerpos. De su movimiento suave y sensual. Del lento y suave placer que nos lleva a los dos a un largo y delicioso orgasmo.
No la suelto. La llevo delicadamente a la cama. Mientras ella me mira con sus preciosos ojos marrones. Sin soltar mi cuello. Ni cuando la dejo en la cama. Me obliga a acercarme a ella. A dejar que me bese otra vez.
No puedo evitar acariciarla. Coger sus pezones marrones con los dedos. Añadir qi. Ella se estremece. Es tremendamente erótica. Noto que mi miembro vuelve a crecer. Excitado por ella.
–Ahh… Eres muy injusto… se queja.
Quiero preguntar por qué. Pero no me deja. Me vuelve a besar. Abre las piernas para recibirme otra vez. Para que la vuelva a penetrar. Para que nuestros cuerpos vuelvan a entrelazarse.
–Hazme tuya otra vez. Aaah… Más fuerte– me pide.
Me veo obligado a obedecerla. Incapaz de negarme. Acelero sin dejar de mirarla. Esperando que me diga que me frene con sus ojos. Tarda un rato.
Acabamos follando salvajemente. Bombeo su cuerpo sin parar. Puedo ver como entro y salgo de ella. Como su pelo negro se extiendo sobre la cama. Poco a poco, va creciendo. Recuperándose de su sacrificio para mi peluca.
Sus pies se apoyan en mi pecho. A veces los mueve para acariciarme. La mayoría del tiempo solo puede gemir. Sobrepasada por el placer. Sus gritos llenan la habitación a cada orgasmo. Mi nombre lo grita sin parar. También yo la llamo por el suyo. Contemplando su cuerpo desnudo mientras lo hago mío de nuevo.
Finalmente la lleno otra vez. A la vez que ella me estruja por dentro. Sumando su placer al mío. Me dejo caer suavemente sobre ella. Mis labios sobre los suyos.
—————
–¿Por qué decías que soy injusto?– le pregunto.
Ella me sonríe. Me golpea suavemente la nariz con el dedo.
–La primera vez que hablamos, fue cuando me diste un poco del ungüento. Para curar unas heridas. Fue una de las primeras veces que alguien me había tratado con amabilidad. Aquel día, tuve envidia de Shi. Aunque se me pasó rápido. La envidia no es algo que los esclavos puedan permitirse– habla con nostalgia.
Me la quedo mirando. En lugar de contestar mi pregunta, me está hablando del pasado. No sé por qué, pero no puedo dejar de escucharla.
–Song fue mi primera amiga. Gracias a ella y algunas otras, el infierno no era tan insoportable. Sabes, te maldije un poco cuando te la llevaste a tu habitación. Me sentía un poco más sola. Aunque solo un poco, ja, ja. En secreto, te miraba a lo lejos– me confiesa.
Acaricio su pelo mientras la escucho.
–La primera vez que tuvimos sexo, estaba muy nerviosa por dentro. No me atrevía a resistirme ni a tomar la iniciativa. Quería hacerlo, y temía hacerlo. Tenía miedo de que no te gustara. Miedo de las muchas experiencias horribles anteriores. Pero fue tan increíble… Cada día esperaba que aparecieras de nuevo. Cuando lo hacías, era el cielo– sigue explicando en un murmullo.
–Lo recuerdo. En el bosque. Me invitaste a volver
–Je, je. Es todo a lo que me atreví. Cuando Song me invitó, casi no podía con la alegría. Aunque también tenía miedo. Miedo de no ser suficiente. Pero me aceptaste. Fueron los días más felices que tuve hasta entonces. Era más fácil soportar el infierno cuando sabía que tú y Song me esperabais por la noche– dice con una sonrisa –. Luego murió Song. O eso creí.
–Lo siento…
Ella niega con la cabeza. Me da un suave beso en la frente.
–Hiciste lo que debías. No podías contármelo. Pero fue duro. Solo tú me hacías seguir adelante. La eché muchísimo de menos, pero al menos estabas tú. Por eso, cuando me eligieron para la expedición y tú te ofreciste voluntario, me sentí furiosa y agradecida a la vez. Furiosa contigo por arriesgarte sin motivo. Agradecida, porque lo hicieras por mí. Me aterraba la posibilidad de perderte. Mucho más que morir yo. Sin ti, era peor que estar muerta– confiesa.
Se le escapan algunas lágrimas. La estrecho en mis brazos.
–Cuando nos enviaron a nuestra muerte, estaba aterrada. Por ti. Por mí. No podía pensar. Cuando me dijiste que no me preocupara, que Song me lo explicaría, ni siquiera supe como reaccionar. Cuando aparecí en la Residencia delante de Song, por un momento creí que había muerto. Seguramente Song no te contó que estuve un rato gritando tu nombre. Hasta que logró tranquilizarme y contármelo todo. No sé cuánto lloré. Hasta que supe que estabas bien, no pude calmarme del todo– confiesa.
Me la quedo mirando sin saber qué decir. Noto mi corazón latir, conmovido.
–Después, he sabido lo que significa ser feliz. Con mis hermanas. Contigo. ¿Lo entiendes? Lo eres todo para mí. Por eso es muy injusto cuando quieres algo. Me es imposible negarme. No desearlo también. Aunque… No puedo decir que no me encante que lo hagas. Te quiero con toda mi alma. Quiero que sea todo lo injusto que quieras conmigo. Me hace feliz– acaba, con sus ojos humedecidos.
–Liang…
No sé qué decir. Solo acercarme y besarla de nuevo. Apasionadamente.
–Sabes… Aunque diga que no puedo negarme, no puedo más– se ríe.
Me la quedo mirando. Me río con ella. La abrazo contra mí de nuevo.
–Te quiero– le susurro en la oreja.
Ella me abraza un poco más fuerte. Así nos quedamos un buen rato. Hasta que nos dormimos. No estoy muy seguro quien lo hace antes. Solo que mis sueños son extremadamente dulces.
Komentar Paragraf
Fitur komentar paragraf sekarang ada di Web! Arahkan kursor ke atas paragraf apa pun dan klik ikon untuk menambahkan komentar Anda.
Selain itu, Anda selalu dapat menonaktifkannya atau mengaktifkannya di Pengaturan.
MENGERTI