–¿Qué le has hecho a Liang?– me susurra Song al oído.
Está sentada sobre mí. Me mira con sus preciosos ojos verdes. Sus labios humedecidos de nuestro último beso. Sensuales. Su sonrisa la hace aún más atractiva. Su mullida nalga llena mi mano. El interior de su vagina me envuelve de placer. Mi otra mano está ocupada con su pecho. Estrujándolo.
–Nada…– respondo.
Busco de nuevo sus labios. Ella me esquiva traviesa. Su sonrisa aún más pronunciada.
–La próxima vez, cuando me toque por la noche, quiero un poco de ese nada. ¡Aaah!
Se vuelve a mover tras sus palabras. Sus labios sellan los míos. Su lengua se muestra muy agresiva. Retadora. Yo aprieto un poco más su nalga. Jugueteo con su erecto pezón. Inyecto qi en cada punto.
Poco a poco, su movimiento se acelera. Como nuestras respiraciones. El latir de nuestros corazones. El intercambio de besos. De qi. De nuestros órganos sexuales frotándose el uno contra el otro. Hasta que llegamos al límite. Hasta que la lleno. Hasta que toda ella tiembla. Nos quedamos un rato abrazados.
–Estaré esperando– sonríe sensual cuando nos separamos, cuando nos despedimos.
La devuelvo. La veo sentarse. Llena de mí. Desnuda. Ejecutando la técnica de cultivación del cuerpo. Templándolo.
No puede entretenerme. Tengo trabajo que hacer. Llamo a Yi. Me sonríe. No puedo evitar que mis labios se curven hacia arriba. Se lanza sobre mí. Traviesa. Juguetona. Lujuriosa.
—————
Después de copiar la primera hoja, me voy a despejarme como siempre. No esperaba ver a Di Tao por la ventana. Le dije hace tiempo que podía intentar venir y esperarme. Pero hasta ahora nunca lo había hecho.
Abro la puerta lateral. La llamó. Ella se gira. Enrojece. Mira a todos lados. Viene nerviosa.
–¿Me echabas de menos?– le susurró.
Al mismo tiempo, cierro la puerta con cuidado. La agarro de la cintura. La atraigo hacia mí.
–Yo… Bueno… Esta tarde tengo que irme. Estaré unos días fueras y…
–Entiendo. Te llenaré para el viaje– le susurro insinuante.
Ella me mira. Roja. Excitada. La empujo suavemente contra una mesa. Sentándola primero. Acostándola después. No se resiste. Me mira expectante. Le bajo la parte superior de la túnica. Le subo la inferior. No lleva sostén. Sus bragas empiezan a estar mojadas. ¿Oh? ¿Qué es eso?
–Pervertida…– la acuso.
Ella aparta la mirada. Yo cojo el consolador que está metido en su culo. Juego con él. Girándolo. Sacándolo y entrándolo. Mientras le pongo sus bragas en la boca. Ella las muerde.
Su vagina humedecida es tentadora. Pero prometí no desvirgarla. Así que le saco el consolador. La atraigo un poco más hacia mí. Su culo fuera de la mesa. Sus piernas dobladas hacia ella. Abiertas. Se arquea hacia atrás cuando la penetro.
–¡MMMmmmmmmmmmm!
Entro y salgo de su culo. Añadiendo qi. Juego con su clítoris. Mordisqueo su tobillo. Contemplo sus pechos rebotar sin control. Sus manos apretadas a los bordes de la mesa. Tensa. Abrumada por el placer. Ni se da cuenta de que le absorbo su qi. Que mejoro mi cultivación gracias a ella. Y limpio ligeramente sus meridianos.
Como siempre, está totalmente entregada. Puedo notar su sumisión. Podría quedármela. Por desgracia, tiene novio. Un matrimonio arreglado. No sé hasta cuando podré conservarla como juguete sexual. Es lo que es. Lo que quiere ser. O lo que se puede permitir ser.
Me aseguro de satisfacerla. Aunque no tanto como para que pierda el conocimiento. Y le vuelvo a poner el consolador cuando acabo. Llena de mí.
–Para que no salga– le aseguro.
Bueno, no sé si no va a salir. Pero no se queja. Asiente agotada. Satisfecha. Tarda en rato en recuperarse. En arreglar su ropa. Duda antes de irse. La atraigo y la beso. Me lo devuelve con pasión. Me sonríe cuando se va. Creo que es la primera vez que la veo sonreír así. Debería hacerlo más.
Me vuelvo a dibujar otra página. A las otras, ya las follaré más tarde.
—————
–¡Kong!– me saluda un estudiante.
Es ya por la tarde. Estamos en la zona de combates. Aún no hemos empezado. Aunque hay algunos grupos ya formados. Y varias parejas. Liu y Lang nos han explicado todos los detalles de cada una de ellas. Incluyendo cuáles se han acostado y cuáles no. No sé como lo saben.
Esta vez han organizado los combates unos días antes. Normalmente lo hacían a final de mes. Ahora a mediados. Así no apuran tanto el tiempo de los combates obligatorios. Por si hay algún problema, tener más margen.
Nos hemos puesto junto a la plataforma que está limpiando Ken. No solo nos oye así, sino que añade alguna explicación extra. Sin duda, está confabulada con mis dos pervertidas. Con ella, serían tres.
Fen Huan y Pen escuchan con atención. Con alguna risita de vez en cuando.
–Es el que os he dicho que igual venía. Voy a hablar con él– me alejo, soltando las nalgas de Pen y Liu.
–Hola Siyu. ¿Vienen también a los combates?– pregunto.
Es el que me encontré en la fila del interrogatorio. Viene con otros dos. Parecen un tanto nerviosos.
–Sí, son Men Fu y Men Yuan. No hay ningún problema, ¿verdad?– me pregunta un tanto preocupado.
–No, claro que no. Venid, os presentaré.
Los llevo con el grupo de chicos. Veo que de reojo miran al de las chicas. Algunas miran también con curiosidad. Son más. Mis pervertidas tienen más facilidad para reunirlas a ellas. Seguro que además son una mala influencia. O buena, según se mire.
Los reciben mejor de lo que esperaban. Hay cierta camaradería. Casi todos ellos han sufrido poco más o poco menos el abuso de otros estudiantes con los combates. Son de los suyos. Dejo las presentaciones con las chicas a mis perves. Les encanta hacerlo.
Me quedo un rato hablando con varios de ellos. Hasta que uno me mira con suspicacia. ¿Quizás envidia?
–Creo que te está buscando– señala con la mirada.
Miro hacia atrás. Una estudiante de pelo castaño con tirabuzones me está mirando. Indecisa. Lleva una túnica rosada. Es Yan Xiulan. Le sonrío inconscientemente. Se sonroja.
–Luego hablamos. Voy a ver si tiene listos mis encargos– me despido.
–Claro, claro, ves.
–Sí, sí, encargos…
–Nos tienes que enseñar.
–¿No tienes ya muchas?
Me da la impresión de que creen que solo es una excusa. Aunque sea verdad. Quizás no la única verdad. Da igual. Me encojo de hombros y voy hacia ella.
–¡Hola! ¡Empezaba a pensar que mi preciosa joyera no vendría hoy!– la saludo.
–Ho…la. Yo… Acabé los encargos– me saluda, sonrojada.
Como un resorte, estira sus brazos para presentarme una caja. Está nerviosa. Tensa. Es muy linda. Acepto la caja. Me siento sobre uno de los bancos que hay para los espectadores.
–Siéntate y explícame– le pido.
Ella duda. Nerviosa. Avergonzada. Pero acaba sentándose. Yo abro la caja. Hay varias piezas. Son bonitas. Cojo dos juegos de pendientes muy parecidos. Uno de color morado y otro verde.
–¿Para Bei Liu y Bi Lang?– especulo.
–Sí… Esto… Hacen juego con el color de su pelo. Pero intercambiado. Pueden crear una barrera que soporta un golpe de alguien en Alma. Pero solo uno. Después, ha de recargarse poco a poco. Sé que no es mucho… Pero mi nivel…– explica.
Parece temer decepcionarme. Y eso que le aseguré que estaba bien incluso si fallaba. Me parece increíble que algo tan pequeño pueda tener ese poder. Aunque sea puntual
–Increíble… Algo tan pequeño. ¡Seguro que les encantará!
Ella me mira con la boca abierta. Se le escapa una sonrisa. Se sonroja.
–¿Y esto?– le pregunto.
Es un collar sencillo pero elegante. Muy fino. De un suave color plateado.
–Pa… Para Fen Huan. Puede descargar todo el qi para unirlo a un golpe. El que pueda acumular. No sé si será suficiente…– vuelve a explicar con inseguridad.
–Ja, ja. ¡Perfecto para ella! Seguro que le puede sacar partido. Es buena luchadora. Tendrá un extra de poder reservado para usar en el momento preciso… Realmente has investigado lo que les va bien– la halago.
–Bueno… Liu y Lang hablan mucho…– reconoce en un susurro.
–Sí. Ja, ja. Pero mejor no decírselo, ¿verdad?– le guiñó un ojo.
Asiente. Se le escapa una risita. Está un poco más calmada.
–¿Cuál es para Pen?– pregunto.
–Este…– señala –¡Ah! ¡Lo siento!
Ha vuelto a enrojecer. Se ha pegado a mí al señalar. Tiene un olor muy dulce. No sé si es algún perfume o los materiales que usa. Me he dado cuenta de que muchos de los artesanos emiten un olor peculiar. Parecido los de la misma rama. Wan cada día huele a unas hierbas diferentes.
Es una pulsera dorada sencilla. Las runas grabadas en negro le dan un toque de elegancia. Le encantarán. Desde que está con Fen Huan, lleva siempre alguna de adorno.
–Muy adecuado para ella. ¿Qué hace?– pregunto curioso.
–Da una descarga al contacto, si ella lo quiere– me explica.
–¿Una descarga?– pregunto sorprendido.
–¿Eh? ¿Está mal? Yo… Lo siento… Creía que…– se disculpa deprimida.
Me la quedo mirando un instante. Sonrío. Es demasiado insegura. Demasiado tímida. Aunque también la hace muy linda.
Me ha sorprendido un poco por lo adecuado que es para ella. Parece que mis pervertidas saben más de la relación entre Pen y Huan de lo que creía. Pensándolo bien, es lógico. Se conocen bien.
–¡No, no, es perfecto! Me ha sorprendido que hayas hecho justo lo que le hacía falta. Realmente has hecho tus deberes– la vuelvo a halagar.
–Ah… Yo… Gra… Gracias…– tartamudea.
Por un instante vuelve a esbozar una ligera sonrisa. Se muerde el labio cuando se da cuenta. De nuevo avergonzada. En serio. Debería haber un límite a la timidez.
–Y esta debe de ser la que te pedí extra. ¿Qué hace?– le pregunto.
Es una horquilla para el pelo. Rojo oscura. Sencilla. Con una piedra brillante en la punta.
–Bueno… No sé si será muy útil… Como dijiste algo que pudiera ir bien a alguien como yo… Yo…– no acaba de responder, dubitativa, nerviosa.
–Claro, eso pedí. ¿Al final que le has puesto?– insisto.
–Eeeh… Esto… Si se activa, emite un qi tranquilizador. Ayuda a concentrarse– explica, bajando la mirada.
Me de reojo mira nerviosa. Insegura. No puedo dejar de sonreír.
–Realmente eres increíble. Ven, enséñame como es– le pido.
No le doy tiempo a responder. Me acerco a ella. Le pongo la horquilla en su pelo castaño. Ella no se mueve. Ni siquiera respira. Parece que la he pillado por sorpresa. Por un instante, palidece. Luego se sonroja. Mucho.
–Te queda bien. Demuéstrame como es. ¿Hola? ¿Yan Xiulan? ¿Estás ahí?
Se ha quedado paralizada. Rígida. Con la boca medio abierto. Los puños apretados. Tengo que llamarla dos veces más para que reaccione.
Sin mirarme, activa el efecto. Es sutil. Pero sí tiene un efecto tranquilizador.
–Es agradable– aprecio.
Ella asiente sin mediar palabra. Creo que ponerle la horquilla ha sido demasiado para ella. No hay para tanto…
–Ven. Vamos a dárselos. Tendrás que enseñarles como funcionan– le propongo y me levanto. Tengo que insistir una vez más– ¿Vienes?
Se levanta de golpe. Nerviosa, se pone las manos en el pelo.
–¡Espera! ¡Tienes que llevarte la horquilla!– exclama ansiosa.
–No, está donde tiene que estar– le respondo con una sonrisa.
–¿Eh…? ¿Cómo…?– se detiene y pregunta extrañada.
–¿No creerías que te iba a pedir hacerles algo para ellas y te iba a dejar sin nada? Vamos, tenemos que dárselos.
Me doy la vuelta y empiezo a caminar. Sé que si la miro se morirá de vergüenza. De reojo, veo que finalmente se decide a seguirme. A unos pasos de distancia. Roja.
Las chicas están encantadas. Con ellas, Yan Xiulan vuelve a la normalidad. Aunque me mira de vez en cuando.
Liu y Lang se ponen los pendientes la una a la otra. Su sonrisa es genuina. Abrazan a Xiulan. A mí me besan.
Pen sonríe malvadamente mirando a Huan. Esta está demasiado ocupada inspeccionando su collar y su funcionamiento. Se la ve interesada. Creo que eso hace que su creadora esté realmente satisfecha. Todas me aseguran que me lo agradecerán más tarde. Luego me echan. Dicen que tienen cosas de que hablar.
Veo de lejos que Yan Xiulan vuelve a estar roja. Las otras se ríen. Ella tapa instintivamente la horquilla. Cuando mira hacia mí, yo hago ver que miro hacia otro lado.
Luego las veo organizando peleas otra vez, entre posibles parejas. Probablemente. Creo que han obligado a Xiulan a ir con ellas.
Yo las ayudo con los chicos. Siyu y los otros parecen nerviosos cuando los emparejan con algunas chicas. Veo que sus nuevos compañeros los animan. Y las de ellas. Las parejas ya formadas observan con una mueca de superioridad. De divertirse. Aunque no hace mucho estaban en la misma situación.
Después los juntan para preguntarles sobre sus experiencias. Si hay algo que mejorar… Es una excusa para hacerlos pasar tiempo juntos. Para que hablen. Para que se conozcan. Lo hacen con todos. Si creen que hay atracción, una de ellas se los lleva aparte. Disfrutan creando parejas.
—————
Por la noche me lo agradecen con sus cuerpos desnudos. Con sus besos. Con sus caricias.
–Ha sido un buen detalle con Lan'er. ¡¡Aaaaaah!! Mi pezón… ¡¡¡HHHHAAaaaaaaaahhhHH!!!– gime Liu mientras me follo a Pen.
Luego le toca a ella. Huan y Lang están tumbadas sobre la cama. Exhaustas. Ha sido culpa suya. Me han retado. Se han rendido al quinto orgasmo
Me despierto rodeado de cuatro cuerpos desnudos. Hermosos. Sensuales incluso cuando duermen. Totalmente expuestas. Sus cuerpos se mueven suavemente con su respiración.
Elijo a Fen Huan. Duerme boca abajo. Abro sus piernas. Lubrico su culo. La penetro. Se despierta de golpe. Con la boca tapada por mi mano. Siendo penetrada analmente.
Tras un instante de confusión, se relaja. Se deja follar. Su lengua chupa mis dedos. Mi otra mano se ocupa de pellizcarla. De hacerla sufrir. Como le gusta a mi masoquista.
Cuando acabamos, Pen nos está mirando. Sentada. Su mano acariciando su clítoris. Claramente excitada. Se deja caer hacia atrás. Abre las piernas. Extiende los brazos. Invitándome. Obviamente, solo puedo aceptar la invitación.
Ayer fue un poco más caótico. Más salvaje. Con las cuatro jugando conmigo. Entre ellas. Ahora solo somos nosotros dos. Ignorando a las otras tres. Nuestros cuerpos entrelazados. Moviéndose despacio. Dulcemente. La saboreo poco a poco. Disfruto de su contacto. De su sonrisa. De su interior. De su exterior.
Nos quedamos abrazados y mirándonos cuando acabamos. Sonriéndonos. Hasta que unas voces nos interrumpen. Susurrando entre ellas. Pero sabiendo que las oímos.
–¿Nos toca ya? Ya deben de haber acabado.
–Yo también lo quiero así. Dulce y tierno.
–Yo preferiría más intenso.
––¡Ay!
Se quejan las dos cuando Pen les da una palmada en las nalgas. Se ríen las tres. Yo me acerco a Liu amenazante. Lo ha pedido intenso. Lo tendrá intenso.
—————
Por la tarde voy de nuevo a la tienda de la madre de Hai. Vendo la leche. Compro carne. Estoy comprando demasiada. Pero puedo almacenarla sin problemas. Además, las salamandras van creciendo y comiendo más.
Ya he conseguido que todas me acepten. Cuando las llamo, se acercan a mí. Les doy su comida preferida. Son sorprendentemente adorables. Aunque se pelean por la comida si llamo a varias. Al menos, puedo sacarlas y devolverlas sin problemas.
Podría vender leche de la etapa tres. Shun subió hace cinco días. Aún le cuesta creérselo. Sin embargo, tengo poca. Esperaré a la próxima semana.
Wei sigue creciendo. Sus meridianos se van medio abriendo medio creando. Se supone que se estabilizaran en unos años. Y se consolidarán cuando sea mayor de edad.
Ninguno sabemos en qué etapa estará. No tenemos experiencia. Tienen leche materna que va subiendo de nivel. Y un entorno con bastante qi.
Las gemelas han leído que algunas familias hacen algo parecido. Dándole leche de cada vez mayor nivel. Quizás diluyéndola al principio. Pero puede haber algunos inconvenientes si es incompatible. Al venir de diferentes madres. O si no está perfectamente diluida. Además de que puede resultar caro. Wei no tiene ese problema.
Guo Xua me mira de reojo varias veces. Se muerde el labio al menos un par. Parece impaciente.
Apenas tarda un instante en abrir la puerta lateral tras cerrar. Entro y la beso. Cierro la puerta con el pie. La empujo contra la pared mientras lo hago. Ella me recibe apasionada.
–Siento lo del otro día. Yo… Estaba muy alterada…– se disculpa cuando la suelto.
–¿Crees que una disculpa es suficiente?– la censuro.
–Yo…– me mira entre sorprendida y asustada.
–Vas a tener que pagar con tu cuerpo– exijo en tono amenazante.
Ella me mira primero sorprendida. Luego sonríe.
–Tonto… Me has asustado…
–¡Más te voy a asustar!– me río.
–¡Iiih!– emite un gritito cuando la cojo en brazos.
La llevo hasta el mostrador. La empujo suavemente contra él. Dándome la espalda. Sus pies en el suelo. Sus pechos contra la madera.
–¿Qué pensabas antes cuando me mirabas a escondidas? Querías esto, ¿verdad? Que te follara aquí mismo– la expongo.
–¡Aaaah! ¡Sí! ¡Aquí! ¡Hazme tuya otra vez! ¡¡Aaaaaahhh!!
La follo semidesnuda contra el mostrador. Sus pechos apretados contra él. Empujo una y otra vez desde atrás. Mis manos se recrean en su trasero. A veces buscan sus pechos apretados contra la madera. Resulta estimulante.
Ella grita con desesperación y lujuria. Su vagina gotea excitada. Sometida a mis caprichos. A mi qi.
–Quizás debería hacerlo cuando haya clientes– sugiero.
–¡¡Aaaaaahhhh!! Si me vieran… Puedo imaginarlo… ¡¡Aaaaaaahhhh!!
Parece que es también un poco exhibicionista. Como su hija. Quizás algún día pueda follarlas juntas. Por ahora, la llevo al orgasmo. Dominándola. Saciando su lujuria. Su soledad.
—————
Se abraza a mí débilmente cuando la cojo en brazos. Cuando la llevo hasta la cama. Aunque apenas inapreciable, el veneno en sus meridianos ha aumentado desde la última vez. Es decir, siguen dándoselo. Por supuesto, después de extenuarla con orgasmos, me he ocupado de eliminar el nuevo y parte del viejo. Poco a poco, podré desobstruirlos.
Me quedo con ella hasta que se duerme. Luego bajo. Allí están algunas de las chicas, incluida Hai y Wan. Hai porque conoce el lugar. Wan porque puede identificar las sustancias.
Están mirando alrededor, pero no parecen buscar nada en particular.
–¿Habéis encontrado alguna pista?– les pregunto.
–No había nada en los restos de comida, pero si en el té. No sé exactamente qué es, pero seguro que no es normal en un té– determina Wan.
–¿Puedes identificarlo?– le pregunto.
Ella es la única de nosotros que puede hacerlo. O tener alguna pista de cómo.
–Lo intentaré. ¿Puedo llevarme lo que queda?
–Hazlo. Me ha ofrecido otras veces. Pensará que me lo he tomado. O que se había acabado. Hai, ¿quién trae el té?
–Mamá no lo hace, eso seguro. Quizás lo pide a algún restaurante, o a su asistenta– sugiere ella.
–Kong, el próximo día compra de esto. Puede que los necesitemos– pide Shi.
Son identificadores con un collar. Se ponen a las mascotas para que se sepa que no son salvajes. Aunque no garantiza que alguien decida atacarlas igualmente.
Mientras ellas siguen echando un ojo, vuelvo a subir. Acaricio suavemente a Xua. Para despertarla.
–Kong…– me mira adormilada.
–Lo siento, no quería despertarte– le miento.
–Está bien. Quédate solo un momento más– me pide melindrosa.
–Por cierto, me he acabado el té. Lo siento– me disculpo.
–No pasa nada. Mañana le diré a Tao'er que haga más– dice en un susurro.
–¿Tao'er?
–Mi asistenta. La que te compra la leche. No intentes nada con ella… Eres mío…– responde ya medio dormida.
—————
–Mamá es demasiado confiada– se queja Hao.
Ha visto que puedo salir de la tienda. Que tengo completo acceso a ella. Podría robar o dejar entrar a quien quisiera. Bueno, hasta que salgo. Desde fuera, ya no puedo volver a entrar.
Caminamos con nuestros rostros ocultos. Por si acaso. Aunque de momento nadie nos ha visto. Me lleva por una entrada secreta. A las viviendas de la familia Guo.
La vigilancia es más estricta en las residencias principales. Las de los sirvientes bastante más laxa. Sobre todo, si conoces una entrada oculta.
Con la guía de Hao, llegamos a la habitación de Lin Tao. La comparte con otra sirvienta. Pongo mi mano en el cuello de su compañera. Circulo el qi y me aseguro de que no despierte hasta al menos dentro de unas horas. Luego creo una capa de qi para no dejar pasar el sonido.
Inmovilizo entonces a Lin Tao. Song, a la que acabo de llamar, le pone una venda. Luego le ata pies y manos. Ella se despierta de golpe mientras la están atando. Intenta resistirse. Revolverse. Patear. Pero no la dejo moverse. Es una mortal. No puede oponerse. Le tapo la boca. Pronto está del todo inmovilizada.
Su pijama entreabierto muestra su piel. Deja entrever sus formas. Es sexy. Podría aprovechar la situación. No estamos aquí para eso.
–Te vamos a hacer preguntas y tú las vas a responder. ¿Entendido?– le exige Song mientras la coge del pelo.
Es mejor que ella haga las preguntas. Podría reconocer la voz de Hao o la mía. Es más fácil que pregunte Song a que intentemos disimular la voz. Además, tiene práctica.
La sirvienta asiente. Le saca el trozo de ropa que le había puesto en la boca.
–¡Socorro! ¡Ayuda!
–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
Song la golpea varias veces. Aunque con cuidado de no hacerlo en la cara. Es mejor que no se vean los golpes.
–Parece que no lo has entendido. No te van a oír. Si no colaboras, será peor. Incluso dejaré a mi amigo que te viole. ¿Te queda claro ahora?– amenaza.
Yo muevo una mano a sus nalgas. Acariciándola obscenamente. Ella se pone rígida. Claramente asustada
–¿¡Quiénes sois!? ¿¡Qué queréis!?– pregunta asustada
–¡Plaf!
–Habla solo cuando te pregunte. ¿Entendido?– insiste Song.
Por un instante se queda callada. Song la vuelve a golpear.
–¡Plaf!
–¿Entendido?
–S… Sí
–Quiero que me expliques que has hecho hoy. Empieza– le ordena Song.
Ella explica su día. A veces tartamudeando. De vez en cuando Song hace preguntas. Hai mira con atención. Se la ve resentida con la sirvienta. Y un poco asustada de Song.
–Ese té, ¿cómo lo has hecho?– pide más explicaciones Song.
–He hervido agua. He añadido las hojas y he esperado.
–¡Plaf!
–Segunda oportunidad. ¿Qué más has añadido?– insiste Song.
–¡Na… Nada!– asegura, aunque ha vacilado.
–Mientes. Es tuya. Haz lo que quieras con ella
Me acerco. Meto mi mano entre sus ropas. Sobre su ropa interior agarro su pecho. No es muy grande. Le levanto la falda. Recorro sus muslos. Me acerco a su entrepierna.
–¡No! ¡Espera! ¿¡Qué vas a hacer!?– pregunta asustada
–¿Acaso no está claro? No te preocupes, igual te gusta– responde Song con tono burlón.
Le aprieto el pecho. No añado qi. Que apriete sus muslos no impide a mi otra mano acercarse.
–¡No! ¡Para! ¡Lo diré todo! ¡Puse algo más!– confiesa.
Me detengo. En parte es una pena. Aunque prefiero invertir el tiempo con las chicas después.
–Mi paciencia tiene un límite. No habrá una próxima vez. Si vuelves a ocultar algo, serás azotada, y follada por todos los agujeros. ¿Ha quedado claro?– vuelve Song a amenazarla.
–S…Sí– asiente con la boca y la cabeza.
La dejo ir. No sin antes pellizcarle el pezón.
–¿Qué más le pusiste al té?
–Unos polvos. Solo un pellizco.
–¿Qué son esos polvos?
–No lo sé. ¡De verdad! ¡No sé que son!– asegura asustada.
–¿De dónde los sacaste?
–Me los dio… la madam.
–¿Qué madam?
–Madam… Guo Li… Lihua– responde vacilante.
Hai aprieta los puños y los dientes. Es la confirmación que ya esperaba.
–¿Cuándo te los dio?
–A principios de cada mes.
–¿Dónde los guardas?
–En el segundo cajón. Bajo la ropa interior.
–¿Qué más me has ocultado antes?– insiste Song.
–Yo…
Duda. Pero Song no le da opción. Guarda silencio. Esperando la respuesta.
–Me encontré con Guo Junjie– añade vacilante.
–¿Qué más?– insiste Song.
–Tuvimos sexo…– confiesa en apenas un susurro.
–¿Cuán a menudo pasa? ¿Qué es él para ti?– sigue preguntando Song.
Está tan sorprendida como el resto. Aunque no lo demuestra en su voz. Que tenga de amante al hijo de Guo Lihua explica algunas cosas.
–Cada… vez que podemos. Él… me hará su concubina…– confiesa con timidez.
–Ja, ja, ja. ¡Qué ingenua!– ríe Song –. Bien, ¿qué más?
Acaba confesando todo. Aunque nada más tiene importancia. Nos da igual que haya cogido una pieza de pan de más. O que haya dado mal el cambio y se haya quedado con el resto. Aunque Hai frunce el ceño.
Mientras, Wan y yo hemos encontrado el polvo. Se ha puesto un poco en la lengua. Lo ha olido. Creo que ha usado qi también. Asiente con la cabeza. Parece que sabe qué es. La devuelvo. Ya lo discutiremos luego. Supongo que el té ya no hace falta
–Ahora nos iremos. No te muevas ni te quites la venda hasta que salga el sol. Y más te vale no decir nada de lo que ha pasado. Si no, te haremos otra visita, y no será tan agradable. Bueno, para él quizás sí– la amenaza.
Yo le acaricio suavemente las nalgas. Se vuelve a tensar. Luego nos esperamos un poco para asegurarnos de que no se mueva.
La dejamos llorando. Sigo a Hai. Todavía tenemos trabajo que hacer. También ella tenía esa sustancia en los meridianos. Y no podía ser Lin Tao.
Acabamos repitiendo el procedimiento con su antigua sirvienta. Curiosamente, también era amante de Guo Junjie. También le había prometido ser su concubina. Aunque parece que la ha abandonado. Suponemos que no la necesita después de que Gu Hai desapareciera.
Había echado unos polvos a bebidas de Guo Hai. Esta está furiosa. Se siente traicionada. Pero no le hacemos nada a su antigua sirvienta. Intentamos pasar desapercibidos. De momento.
Cuando volvemos, me ocupo de calmar a Hai. La penetro hasta dejarla exhausta.
Song me exige luego un premio por su trabajo. Es solo una excusa. Sabe que soy incapaz de negarle nada. Se acaba durmiendo acurrucada en mi pecho. Con su pelo naranja enredado entre mis dedos.
Komentar Paragraf
Fitur komentar paragraf sekarang ada di Web! Arahkan kursor ke atas paragraf apa pun dan klik ikon untuk menambahkan komentar Anda.
Selain itu, Anda selalu dapat menonaktifkannya atau mengaktifkannya di Pengaturan.
MENGERTI