Cuando Aaron llegó a casa, Keeley estaba emocionalmente agotada tanto por el rechazo de su colega como por lo necesitada que estaba Violet tras volver del preescolar. En cuanto subió las escaleras, ella le abrazó y se negó a soltarle durante tres minutos enteros. Absorber su amor y afecto hasta lo más profundo de su ser le ayudó a recargarse un poco.
—¿Día duro? —preguntó él con compasión.
—Ni me lo menciones.
Los brazos de Aaron se apretaron alrededor de ella y besó la cima de su cabeza. —Espero que me cuentes todo lo que ha pasado después.
—¡Papá, papá, adivina lo que hice hoy en el preescolar! —Kaleb gritó emocionado mientras giraba alrededor de sus padres.
Finalmente, la soltó para recoger a su hijo y tirarlo un poco al aire, haciendo que se riera. —¿Qué?