La explicación de Rain fue directa y al grano, pero las implicaciones de sus palabras eran profundamente preocupantes. Era claro para todos que Rain había identificado un curso de acción necesario, pero asimilarlo era una píldora amarga de tragar. La gravedad de la situación pesaba mucho en sus corazones mientras luchaban con la dura realidad de lo que les esperaba. Era un plan sencillo, pero los sacrificios que demandaba eran cualquier cosa menos fáciles de aceptar.
—¿Y si hay otra manera? —preguntó Sears—. ¿Puedes eliminar de un solo golpe a los dragones de hielo si papá te presta su lanza?
—Eso es difícil de decir... los dragones de hielo son más resilientes que otros —dijo Rain mientras se frotaba pensativamente el mentón—. Además, atacarlos más allá del cielo los sorprendería con una tasa de precisión del cien por cien. También, ¿puede tu padre hacer eso cuando todos me verán usando la lanza?