Antes de que pasara demasiado tiempo, Jori y el resto de los compañeros de Rain llegaron a su casa. Todos se reunieron para una cena, acompañados por las hermanas de Rain. Aunque estaban de buen humor gracias a la comida, todavía había algo más en sus rostros.
Su preocupación reflejaba la inquietud de Rain, aunque por una razón diferente. Su aprensión compartida estaba arraigada en un miedo profundo a los horrores que podrían emerger de las insondables profundidades del océano. Los misterios del mundo submarino albergaban un tipo único de terror que los inquietaba a todos.
El principal temor de Rain giraba en torno a la seguridad de sus queridas hermanas. Sin embargo, se encontraba atrapado en un desalentador ciclo de preocupación, girando eternamente en torno a pensamientos ansiosos sobre su bienestar. Al darse cuenta de la futilidad de obsesionarse con estos escenarios angustiantes, apartó a la fuerza esas ideas preocupantes.