—Primero, nos ocupamos de este ejército y tomamos sus armas y armaduras antes de dejarlos ir —explicó Rain—. Después de eso, invadimos las ciudades, pueblos y aldeas cercanas y los obligamos a intercambiar suministros de guerra por comida con nosotros. Mantenemos una tarifa decente que los hará sentir un poco satisfechos, pero no demasiado ya que se sentirán sospechosos.
—Supongo que eso podría funcionar... —dijo Branden mientras se frotaba la barbilla pensativamente—. No estaremos haciendo aliados per se, pero no se sentirán tan inclinados a unirse a otras campañas contra nosotros.
—Naturalmente, tendremos que encerrar a cualquiera que esté trabajando para el rey y Joanis. Tenemos que cortar de raíz a los alborotadores antes de que causen problemas —agregó Rain.