—¡El jefe de nuestro clan no es rival para Zhang Xuan! —comentó Luo Ganzhen con una mirada impotente en su cara.
—Tienes razón. Es obvio que Zhang Xuan le está dando cierta libertad de acción. ¡De lo contrario, podría haber derrotado al jefe de nuestro clan en veinte movimientos! —asintió Luo Qingchen.
Poco después de que Luo Qingchen dijera esas palabras, el jadeante Luo Tianya declaró repentinamente con una mirada amarga en su cara: —¡Admito la derrota!
Parecía que también le resultaba difícil aceptar este resultado.
—Hermano Luo, no tienes que tomarte este asunto a pecho. En realidad, no hay una gran disparidad en nuestra destreza en la lucha. —Zhang Xuan se acercó a Luo Tianya sin el más mínimo regocijo por su victoria. En vez de eso, con una mirada seria en su rostro, dijo: —¿Por qué no lo consideramos un empate?