DESAHOGO
(***)
— Ha pasado un tiempo... — Puse mi mochila en el suelo para poder sentarme sobre ella. — Tengo unos meses complicados con la Universidad, la escritura, buscando un pasatiempos que me distraiga porque no puedo simplemente ir por la calle y detallar la vestimenta de las personas, no es muy sano para mi mente, según mi psicóloga... — Acomodé mi cabello en una cola alta para evitar que choque con mi rostro gracias al viento frío. — El punto, es que siempre puedo hacerme un momento para ti. Tengo muchas cosas que contarte.
»Sé que te causa mucha intriga el saber si he hecho alguna amistad nueva, y para tu mal gusto tengo que decir que no, no hice ninguna amistad... Aunque sí conocí a alguien pero no puedo decir que es de índole amistoso, es muy pronto en mi opinión. Se llama Corban, es un chico muy intrigante, alto, con el cabello de color gris, muchos tatuajes (tal vez a eso se dedica, no se lo pregunté, debería hacerlo), es muy dulce y atento, aunque tengo unas dudas sobre el inicio de nuestra especie de relación amistosa, y también tiene un perro, sin embargo a ese amiguito no lo conozco.
»Aún no me acostumbro a la mirada de las personas aquí, que me claven los ojos cada vez que estoy hablando contigo, es incómodo para mí. Aunque creo que a lo que nunca voy a acostumbrarme es a venir y hablar contigo de esta forma tan... lejana. O por lo menos así lo siento estos meses, tal vez en algún momento pueda acoplarme a este nuevo modo, eso espero.
Me levanté y también a mi mochila para moverme de lugar, poniendo a esta de cierta forma que simulara ser una almohada. Era temprano por lo que no tenía apuro en volver a casa, así que me puse más cómoda y observé el cielo.
— Si me duermo, cuida que no se me acerque algun insecto.
Algún tiempo después desperté en la misma posición, con algunas hojas secas encima de mi cuerpo y un cambio de clima. El sol brillante que estaba algunos momentos antes, desapareció y dio bienvenida a una gran capa gris, mi cuerpo pudo sentir el cambio de temperatura y puedo asegurar que podría llover en cualquier momento.
Me senté de forma más cómoda para limpiar las hojas que cayeron sobre la sepultura de mi amigo, acomodar las flores y agregar la cara que le traje hoy junto con las de días anteriores. Guardé mis cosas en la mochila, en cualquier momento tendría que irme si quería llegar seca a mi casa.
— Creo que el tiempo no fue suficiente hoy... Voy a volver en unos días y prometo no quedarme dormida. También voy a venir más organizada en cuanto a cosas que contarte, seguramente se me olvidó la mayoría de cosas que ocurrieron en mi vida. Como por ejemplo se me olvidó contarte sobre este último año de carrera... Estamos haciendo algo hermoso que te encantaría, voy a contártelo cuando vuelva.— Me puse de pie acompañado de mi mochila y unas gotas que comenzaban a caer del cielo. — Cuídate del frío, prometo hacerlo también. Nos vemos luego, te amo y extraño demasiado, mi chiquito.
Me alejé, a paso rápido para llegar a un lugar seco lo antes posible pero sin dejar de pensar en mi amigo. En lo injusta que puede llegar a ser la vida, llevándose a quien más merece estar en ella y dejando a quienes lo único que hacen en ella es dañar a otros.
No sé cuando fue el tiempo que caminé bajo la lluvia hasta llegar a una especie de galería de tiendas en las que me propuse recorrer y mirar hasta que se calmaran las cosas afuera.
En una de las tiendas, vi unos lindos collares de amistad de Bob Esponja y Patricio Estrella, muy tiernos y no dudé en darle el dinero al chico que atendía. Se lo mostraría a Kol en la próxima visita y tendría que usarlo aún si no le gusta.
— ¡¿ASIA?!. — Corban era el dueño de la voz que gritó. A unos locales de distancia, recostado en el marco de la puerta. Comenzó a acercarse en cuanto lo vi, así lo hice también. — ¿Qué te trae por aquí?. — Me miraba con una media sonrisa y la intriga plasmada en sus ojos.
— Vine de paseo y la lluvia no me dejó seguir mi camino.
— Te sienta bien la lluvia, ¿quieres que te lleve a casa?. Ya me iba de todos modos.
— Si no tienes nada que hacer, acepto la oferta.
— Sigueme.
Me guió hacia el local del que había salido hace instantes. Una tienda de tatuajes llamada "PAIN", ambientada en tonos blancos y negros, con mucho espacio y mucha higiene. El nombre de la tienda me daba ganas de hacerme un tatuaje, claro que sí.
— ¿Entonces haces tatuajes?. — Una sonrisa y un asentimiento fueron su respuesta. — Pude suponerlo en cuanto te vi... Me gusta el nombre, me da mucha confianza.
Una risa por su parte.
— Es sólo un nombre aunque no está alejado de la realidad. Trato de hacer el proceso lo menos doloroso posible para los clientes pero el dolor siempre va a estar presente.
— Entiendo... ¿Hace cuánto te dedicas a esto?.
Salimos de la habitación del dolor.
— No mucho, tal vez unos cinco años de forma más profesional. Antes tatuaba a mis amigos en las fiestas, o a compañeros de escuela.
— ¿Hace cinco años comenzaste a tatuar todo tu cuerpo?. — Giré para verlo mientras seguíamos nuestro camino a su auto.
— Eso lo empecé hace más tiempo, creo que a mis dieciocho años me hice mi primer tatuaje. — Me tomó de los hombros para girarme en dirección a la calle otra vez. Tal vez iba a caerme así que no reproché.— Han pasado casi diez años desde entonces.
— Wow... Eso es genial. ¿Cuál fue el que más dolió?
Abrió la puerta del copiloto y la cerró una vez estuve dentro para dar la vuelta y subir por su lado.
— Tal vez fueron los del cuello, el abdomen y el lateral de mi cabeza.
— ¿Te ponen anestesia para tatuarte la cabeza?.— Quise ver su cabeza tatuada pero estaba del lado incorrecto así que lo único que pude ver fue su gorra y parte de su cabello.
— Claro que no... — Expulsó una pequeña risa acompañado de una ligera mirada hacía mí para luego volver sus ojos al camino. — Hay algunos tatuadores y tatuadoras que usan alguna crema anestésica pero no da el mismo resultado. Esa crema cambia la textura de la piel y la tinta no penetra como debería hacerlo. — Volvió a observarme un segundo mientras paraba el auto. — Puedes usarla pero vas a tener que retocar tu tatuaje al poco tiempo y no es una buena opción si me lo preguntas a mí... Llegamos, linda. Tengo un paraguas en la parte trasera, puedes llevártelo así no te mojas.
— Son sólo unos metros, estoy bien. Gracias por traerme, otra vez.
— No es nada, ten cuidado. Nos vemos luego.
Un saludo con su mano acompañado por una sonrisa fue lo último que vi antes de correr a la entrada de casa y resguardarme de la fría lluvia.
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