Unduh Aplikasi
100% cuando caen las sombras / Chapter 2: capitulo 1: El lamentó de las sombras

Bab 2: capitulo 1: El lamentó de las sombras

LIBRO 1:

Demonios de la noche.

"El infierno yace bacio, los demonios reinan en el basto terrenal."

La noche se desplomaba como una cortina negra, densa y sofocante. Los ladridos de los perros se alzaban en un crescendo inquietante, anunciando lo inevitable: los Gilas estaban cerca. Las luminarias titilaban con un esfuerzo agónico, arrojando su luz amarillenta sobre aceras agrietadas y paredes húmedas. Entre las sombras, las luces iluminaban fugazmente la desesperación de una familia que huía.

Las pisadas del padre, un hombre de rostros curtido por años de esfuerzo, sonaban en el pavimento, en brazos sostenía a su hijo pequeño, mientras tiraba de la mano de su esposa. Ella jadeaba, luchando por mantener el paso. Sus piernas temblaban con cada zancada, tropesando por el cansancio.

—¡No te detengas! —gritó él, con la desesperación retumbando en su voz.

—¡No puedo! —respondió ella, casi ahogada por el cansancio.

—Tranquila, todo estará bien —Pronuncio él. Antes de que las farolas se apagaron de golpe. La ciudad quedó sumida en una oscuridad sepulcral que sofocaba sus mentes. Durante diez segundos, el mundo parecía contener el aliento. El frio tumulto de sus respiraciones, producían un eco agitado. Y entonces, las luces volvieron. Cómo el único faro que les brindaba esperanza, con un click ensordecedor.

Ahi, encima de un poste, un encapuchado apareció como una mancha en la penumbra deciertica. Estaba en cuclillas, su figura apenas delineada por el resplandor tenue. La máscara que llevaba, cubría la mitad superior de su rostro. Bajo ella, sus ojos rojos brillaban como brasas en la oscuridad, y lo único visible en su rostro era una sonrisa delgada y cruel.

El encapuchado saltó al suelo sin emitir el más mínimo sonido, como si la gravedad misma le temiera. Sus pies aterrizaron con una quietud imposible. El padre, aterrado, se plantó frente a su familia.

—¡Quédate atrás! —ordenó a su esposa, extendiendo su brazo en un intento inútil de protegerlos.

Pero el hombre no reaccionó, su mirada carmesi se fijo en el niño, que sollozaba con pequeños espasmos. La madre, al darse cuenta de esto, dio un paso adelante, colocándose entre el extraño y su hijo.

—¡Regresa! —dijo el padre, con un nudo en la garganta.

Ella no lo hizo. Apretó los puños y, con lágrimas en los ojos, habló:

—Sé lo que quieres... Pero déjalos ir. A cambio, te ofrezco algo más.

El padre no podía apartar los ojos de su esposa, su agarre en su brazo era férreo, no solo para protegerla, sino también para detenerla. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos como un tambor desbocado, mientras la voz de su hijo llorando se mezclaba con el ladrido de los perros y el eco de las sombras que se acercaban.

El hombre inclinó la cabeza, como una ave curiosa. Su voz, rasposa y distante, como si vinera de otro tiempo, respondió:

—¿Y qué me darías?

Cuando el hombre habló, cada palabra se sintió como un golpe.

Ella tragó saliva. La determinación en su mirada era firme, pero el temblor de sus labios la traicionaban.

—Mi don.

El rostro del padre perdió todo color. Su mandíbula se tensó, y las palabras se atropellaron en su boca:

—¿Qué estás diciendo? — susurro, sus palabras ahogadas por el pánico—. ¡No!... ¡No puedes! ¡No lo hagas!

Ella los miró por un instante, como si quisiera memorizar cada detalle de sus rostros. Luego, con un tono suave, pero cargado de dolor, respondió: —Es la única manera...

—¡No lo es! —su voz se alzó desesperada, sus ojos llenos de lágrimas. El niño entre sus brazos seguía llorando, pero él apenas podía oírlo, ahogado en el terror de lo que su esposa estaba apunto de hacer.

—Por favor, escúchame —pidió ella, su tono calmado contrastando con las lágrimas que comenzaban a dezlisarse por sus mejillas—. No hay tiempo, no hay otra opción.

—¡No voy a dejarte! ¡No puedo! —gritó, aferrándose a ella como si eso pudiera cambiar el destino.

Ella lo sujetó del rostro con ambas manos, obligándolo a mirarla. Sus dedos temblaban, pero su mirada era inquebrantable.

—Tienes que ser fuerte por él, por nuestro hijo.

—¡Pero...! —Él intentó replicar, sin embargo. Ella lo silenció al colocar una mano sobre su pecho, justo donde sentía su corazón latiendo frenéticamente.

—Confía en mí. Todo estará bien... Aunque no estemos juntos.

El hombre los observaba en silencio, ladeando la cabeza como si intentará descifrar una pintura abstracta. Finalmente, habló de nuevo:

—¿Cuál es tu don? —preguntó, con una indiferencia que erizaba la piel.

Ella respiró hondo, sus labios temblorosos. Sin apartar la mirada de su esposo, respondió:

—Imitación.

El hombre pareció meditarlo, su sonrisa se ensanchó con un cuchillo afilado en la piel.

—Facinate. Pero dime... ¿Cuál es el objeto más preciado que te salva de este sueño herrante?

Ella no respondió de inmediato. Giró la cabeza para mirar a su esposo una última vez. Su voz salió como un susurro ahogando:

—Vete ya. Protégelo. Haz que esto valga la pena.

—¡No, porfavor! ¡No puedo hacerlo sin ti! —rogó, sus piernas vacilando mientras las lágrimas brotaban sin control.

Ella se inclinó, besando al niño en la frente, sus labios dejando un rastro húmedo sobre su piel. Luego miro con ternura infinita, al hombre que mantenía reflejado el dolor en su rostro.

—Eres más fuerte de lo que crees. Ahora ve.

El padre dudó, cada fibra de su ser queriendo aferrarse a ella, pero al final obedeció. Con paso pesados y la mirada rota, se dio la vuelta y comenzó a correr, alejándose con su hijo en brazos mientras las lágrimas nublaban su visión.

Ls mujer se quedó de pie, viendo como su esposo y su hijo desaparecían en la frágil distancia. Sólo cuando ya no pudo verlos dejó que el llanto fluyera libremente.

Ella apretó su mano contra el pecho, como si sujetara algo invisible. Se giró hacia el hombre, su cuerpo temblando pero su voz firme.

—Mi corazón.

El hombre murmuró fascinado:

—Interesante.

En un instante, estaba frente a ella. Su mano atravesó su pecho con una precaución monstruosa. El grito de la mujer se ahogó en el aire, pero incluso en su agonia, sonrió.

—Estarán... a salvo... —susurro.

Pero las palabras del hombre cayeron como un golpe brutal:

—No te preocupes, pronto estarán contigo.

Los ojos de ella se habrieron de par en par, su expresión cambió del alivio al horror, mientras su vida se desvanecía.

Con el corazón aún latiendo débilmente en su palma, el hombre apretó su mano con fuerza. La sangre salpicó al sujeto, manchando su apariencia de escarlata.

Al habrir su mano nuevamente, entre el órgano destrozado y la sangrienta escena, surgió un pequeño cristal, brillante como una estrella condenada. Sin dudarlo, lo incrustro en su antebrazo. Gotas rojas brotaron, pero él no reaccionó.

Su mirada se enfoco en la dirección en la que el padre había unido.

___

El hombre corría con todas sus fuerzas, el niño llorando en sus brazos. Cada ladrido, cada sombra que se movía, lo hacía trompesar con el terror.

—¡Ya casi llegamos, hijo! ¡Aguanta! —jadeaba, más para convencerse a sí mismo que al pequeño.

Pero no llegaron. Una mano fría y brutal lo sujetó por el cuello, levantándole como si fuese nada. El niño cayó al suelo, rodando.

—¡Papá! —gritó, un escalofrío paralizó su cuerpo, el miedo inyectando sus ojos.

El sujeto clavó sus dedos en el cuello del hombre. La sangre brotó como un río oscuro. Con un movimiento violento, lo arrojó al suelo y comenzó a estrellar su cabeza contra el asfalto, una y otra vez, hasta que su cuerpo quedó inmóvil.

El niño lloraba con desesperación, incapaz de moverse. Sus pequeño cuerpo temblaba mientras intentaba respirar entre el llanto que se estancaba en su garganta.

El hombre se arrodilló frente a él. Con una voz imitada, cargada de una dulzura falsa, habló:

—Ven, cariño. Todo estará bien.

El niño tembló aún más, no podía distinguir la mentira en las palabras, pero algo en esa voz lo aterraba.

Las luces de los edificios se entendieron. Rostros se asomaban tras las cortinas, pero nadie salió. Una sombra masculina cerró rápidamente su ventana al ver el cadáver en el suelo.

El demonio giró la cabeza hacia esa ventana, pero no hizo nada. Volvió al niño, arrancándole una medalla que colgaba de su cuello.

Con una sonrisa perversa, susurró:

—Shhhh... Escucha, ahí vienen.

El niño miro con temor el lugar que el hombre señalaba, los Gilas se acercaban, arrastrando su maldición por la oscuridad.

—Qué frágiles son los sueños de los mortales. —Él se puso de pie, se giró y comenzó a caminar, su alta figura desapareció sin dejar rastro alguno ante el pequeño.

Las lágrimas del niño ahora eran mudas, sus pupilas reflejaban a los Gilas que se abalanzaban sobre él, consumiendo su último aliento.

___

A las 7:50 de la mañana, los primeros oficiales de policía llegaron al lugar. Las calles aún estaban embueltas en una bruma ligera, como si el amanecer dudará en mostrar la crudeza de lo ocurrido. La zona estaba acordonada, y el eco de las sirenas se desvanecía lentamente en el aire pesado.

El detective Liam descendió de su auto con pasos firmes, su gabardina oscura agitándose levemente con la brisa. Era joven, pero sus ojos cargaban la duresa de quién había visto demasiado en poco tiempo. En su rostro se dibujaba una mezcla de concentración y un leve fastidio. No era solo el crimen que lo incomodaba, sino el inevitable papeleo y la intervención de la Agencia no.3, esos miserables que solo fanfarroneaban como las otras dos Agencias.

—Suitacion —ordenó con voz firme, mientras un oficial se le acercaba.

—Tres cuerpos, detective. Un hombre, una mujer y un niño. Hay indicios claros de violencia, pero también algo... extraño. Encontramos un testigo, vive en el edificio frente a la calle. Fue quien llamó al 911.

Liam asintió sin decir una palabra y camino hacia la escena del crimen, donde el equipo forense ya trabajaba en silencio, con movimiento métodicos y calculados.

La primera víctima, el padre, yacía boca arriba sobre el pavimento, sus ojos aún abiertos en una expresión de terror congelado. La sangre formaba un charco alrededor de su cabeza, mezclándose con los restos de la piel desgarrada ee su cuello.

—¿Causa de muerte? —pregunto Liam, agachándose junto al forense.

—El atacante perforó la tráquea del hombre, al parecer fue con los dedos. Sin embargo, por lo que veo, parece que murió tras recibir el golpe en su cabeza simultáneamente. Este nivel de fuerza sugier que el atacante es físicamente superior a la víctima, quizás sea un dotado.

Liam observó las marcas en el cuello, las salpicaduras de sangre extendiéndose en un patrón caótico.

—¿Alguna idea de si se utilizó alguna arma?

El forence negó con la cabeza.

—Parece que solo usó sus manos.

Liam se levantó, dirigiendo su mirada al cuerpo más pequeño. El niño estaba a pocos metros de distancia, tirado de lado, con las manos crispadas como si hubiera interesado aferrarse a algo. No había señales de violencia física viables.

—¿Qué pasó con él?

—Probablemente murió de un paro respiratorio causado por el miedo —respondió el forence—. Pero hay algo más. Mire sus ojos.

Liam se inclinó sobre el niño y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Los ojos del niño estaban vacíos, no en el sentido literal, sino como si alguien hubiera succiónado toda la vida de ellos.

—¿Gilas? —murmuró, aunque ya conocía la repuesta.

El forence asintió lentamente.

—Sin duda.

Finalmente, su atención se dirigió al rastro de sangre que se extendía más adelante, Un camino irregular que llevaba al cuerpo de la madre. Su cadáver estaba en posición desgarradora: arrodillada, con las manos tendidas en el suelo, y en su pecho. Una gran cavidad vacía remplasaba lo que alguna vez fue su corazón.

—El asesino arrancó su corazón —dijo el forense, su voz vacilando por primera vez.

Liam se inclinó enfrente del cuerpo, sus ojos analizando los borde de la herida.

—¿Manos desnudas otra vez?

El forese asintió.

—Por el tipo de desgarramoento, parece que si. Esto no es algo que se vea todo los días, detective.

Liam guardo silenció, procesando la información. El nivel de brutalidad era espantoso, pero lo que más le preocupaba era el propósito. Los ataques parecían premeditados, no el resultado de un simple estallido de violencia.

—¿Hay alguna otra pista, cámaras?

El forense guardo silenció por un momento —No, antes de lo ocurrido hubo un apagón en esta parte de la ciudad.

—Conveniente.

—Perdone, ¿Dijo algo? —El forense pronunció confundido.

Liam aparto la mirada del cuerpo —¿Por qué aún no cubren los cuerpos?

El forense se sobresalto —Es por el viento, arrastra las sábanas cada que las colocamos.

—Terminen de recoger las muestras que necesitan, y retiren los cuerpos de la ciudad.

—Si.

Tras inspecciónar la escena, Liam se dirigió al edificio donde vivía el testigo. Subió las escaleras desgastadas hasta el tercer piso, sus paso resonado en el pasillo vacío. Al llegar, tocó a la puerta y esperó. Un hombre de mediana edad abrió con cautela, su rostro pálido y las ojeras marcadas.

—Señor Sánchez, soy el detective Liam. Nesesito hablar con usted sobre lo que vio anoche.

Gregorio Sánchez asintió lentamente, invitándolo a pasar. El apartamento era pequeño, con una mesa llena de platos sin lavar y un sofá desgastado junto a una ventana que daba directamente a la calle donde ocurrió el crimen.

—Cuéntame todo desde el principio —dijo Liam, sacando una libreta mientras tomaba asiento frente a él.

Gregorio apretó las manos nerviosamente.

—Eran las diez de la noche. Estaba sentado aquí, junto a la ventana, cuando escuché un ruido fuerte afuera. Pensé que quizás era el perro del vecino que otra vez lo había olvidado en la calle, así que mire. Quería asegurarme de que no estuviera sacando la basura, pero... Vi a un hombre corriendo con un niño en brazos.

Liam asintió.

—¿Qué más?

Gregorio tragó saliva.

—Yo, no se cómo decirlo. Fue muy rápido, yo, yo lo vi.

El detective inclinó la cabeza, sus ojos atentos.

—¿Qué vio?

—Una sombra. No se cómo describirla... era algo que no debería estar ahí. Se movía rápido, demasiado rápido.

Gregorio hizo una pausa, frotándose las manos con fuerza.

—El hombre cayó, y el niño se quedó en el suelo. Todo fue tan brutal, era como una terrible película de terror, vi todo claramente, a aquel sujeto no se le podría llamar humano...

Liam sintió un nudo formarse en su estómago.

—¿Logró ver su rostro?

Gregorio negó con la cabeza.

—No, solo vi como lo atacaba. Fue... horrible.

Liam cerró su libreta con un suspiro y se levantó, agradecido al testigo. Mientras bajaba las escaleras, su mente estaba llena de preguntas sin repuesta. Sabía que tendría que entregar todo esto a la Agencia No.3, pero la idea lo llenaba de frustración.

Desde que su hermano menor se unió a esa maldita agencia, Liam había sentido un abismo crecer entre ellos. La agencia se quedaba con todos los casos importantes, Silenciando detalles bajo el pretexto de "seguridad nacional". Y ahora, este caso también les pertenecía.

Se detuvo frente a su auto, mirando el reloj titánico en la distancia del cielo. Las manesillas se acercaban a las ocho, y las calles comenzaban a llenarse de una vida que ignoraba por completo lo que había ocurrido horas antes.

Mientras los oficiales y el equipo de forenses empaquetaban las pruebas, Liam observaba en silencio. Cada muestra, cada foto, cada detalle sería enviado a un lugar donde las respuestas desaparecerían en un mar de burocracia y secretos.

Se inclinó apunto de habrir la puerta de su vehículo, pero en el reflejo de la ventana vislumbro el cuerpo del niño, los forenses lo subían en una camilla cubriendo su pequeño cuerpo.

En su mente se clavó la mirada vacía en los ojos del pequeño.

—¿Qué viste? —susurro para sí mismo.


Load failed, please RETRY

Bab baru akan segera rilis Tulis ulasan

Status Power Mingguan

Rank -- Peringkat Power
Stone -- Power stone

Membuka kunci kumpulan bab

Indeks

Opsi Tampilan

Latar Belakang

Font

Ukuran

Komentar pada bab

Tulis ulasan Status Membaca: C2
Gagal mengirim. Silakan coba lagi
  • Kualitas penulisan
  • Stabilitas Pembaruan
  • Pengembangan Cerita
  • Desain Karakter
  • Latar Belakang Dunia

Skor total 0.0

Ulasan berhasil diposting! Baca ulasan lebih lanjut
Pilih Power Stone
Rank NO.-- Peringkat Power
Stone -- Batu Daya
Laporkan konten yang tidak pantas
Tip kesalahan

Laporkan penyalahgunaan

Komentar paragraf

Masuk