—Después del almuerzo y de chismear durante una hora, todos nos subimos a la camioneta que Michael había alquilado —Shelby comenzó. —Estábamos subiendo por una carretera serpenteante rodeada de una vegetación exuberante y flores exóticas en abundancia. Quedarme mirando la naturaleza hawaiana me dejó sin aliento porque sentía como si nos hubiéramos transportado a una tierra mítica intacta por el hombre. El aire olía fresco y sin contaminar, y el sol brillaba intensamente en el cielo.
—Empacaste los cochecitos para hacer senderismo, ¿verdad? —Michael me preguntó por tercera vez hoy.
—Sí, Michael, y ella también empacó los portabebés. Ya te lo había dicho. Deja de microgestionar y estresarte. Esto es unas vacaciones —Aubrey rió mientras le daba un codazo. Ella sabía cómo funcionaba su cerebro y que no dejaría de estresarse porque todo saliera perfectamente, así que se burlaba de él en cada momento posible.