—Escabulléndome de mi pequeño agujero en la pata de su cama, corrí hacia el pie de Travis y chillé.
—Tengo que decir —empezó él, agachándose para recogerme. Abrió su mano y me senté en su palma—. Ser de tamaño bolsillo tiene sus ventajas —continuó, con una ligera sonrisa en su rostro mientras me acariciaba suavemente la cabeza.
—Rodé los ojos, apartando su dedo mientras empezaba frenéticamente a arreglarme el pelo que ahora estaba de punta.
—Quédate ahí —continuó, colocándome suavemente en su cama mientras se ponía una camisa. ¿Realmente estaba tan molesta por la inspección sorpresa que no noté que solo llevaba pantalones?
—Como la buena chica que nunca supe que era, me senté justo donde él me puso, observando el espectáculo frente a mí mientras se abotonaba la camisa uno a uno.
—¿Se suponía que debía estar enfadada por algo? ¿Decir algo?