Dominique y Athena se besaron mutuamente por un largo momento. Solo se detuvieron cuando tuvieron que jadear por aire. Rompiendo el beso, ambos jadeaban pesadamente.
Dominique apoyó su frente en la de ella, su pulgar acariciando suavemente sus mejillas.
—Te amo… —murmuró accidentalmente, haciendo que Athena se congelara en su lugar.
¿Qué acaba de decir? Athena lo miró con incredulidad.
Ella pensó que Dominique se retractaría de sus palabras. Sin embargo, él simplemente le dio una sonrisa amorosa.
—Tengo hambre… —se quejó, lamiendo sensualmente sus labios y sus ojos llenos de deseo.
Sus últimas palabras la sacaron de su profundo estupor.
—Mmm. Travieso. —Athena le golpeó ligeramente el hombro.
Dominique solo se rió y la provocó de nuevo.
—Quiero más. Por favor, aliméntame… —hizo una pausa por un momento, fijando su mirada en sus besables labios rojos—. Aliméntame con tu boca. Tienes que cuidarme. Tú eres mi enfermera y yo soy tu paciente.
Athena arqueó una ceja y dijo: