Mientras Hildie miraba, su expresión se transformó en una de seriedad, haciendo arrugar su frente, su mente consumida por dudas sobre si estaba tomando la decisión correcta. Su instinto le aseguraba que era seguro, y finalmente decidió confiar en Merrick acerca de las monedas de oro escondidas.
—El vagón abajo contiene el tesoro de coronas de oro de Parrish Grandshope —le admitió al caballero.
—Para ser precisos, hay tres sacos de arpillera llenos de ellas bajo los entarimados. Sin embargo, no creo que sea prudente dejarlas expuestas en el vagón, considerando tu afirmación sobre más ladrones merodeando.
Los ojos de Merrick se abrieron ampliamente con confusión y sorpresa ante la noticia.
Ella notó la mirada sospechosa que él le dio. —Lo explicaré después. Ahora mismo necesito tu ayuda para sacar a Edgar de aquí de manera segura. No creo que él haya tenido nunca la peste. No me preocupa mi salud, pues ya estuve expuesta y ¿soy inmune?