Leah arrugó la nariz en desagrado. Para ella, Ella no era más que una tonta niñita, ni siquiera digna de ser considerada una rival.
Pero ¡Eric estaba con ella! Recientemente, Leah había intentado varias excusas para ver a Eric, pero él siempre se negaba a reunirse con ella.
—Parece que esa mocosa tiene algunos trucos bajo la manga, manteniendo a Eric bajo su pulgar. Pero... el interés de un hombre en una mujer solo dura un tiempo. Una vez que se canse de ella, Ella, te espera un espectáculo.
Los labios de Leah se curvaron en una sonrisa de autosuficiencia, imaginándose a sí misma de pie al lado de Eric, con Ella en completa miseria.
Justo entonces, se oyó un golpe en la puerta. La señora Carter, Evelyn, entró y vio a Leah absorta en sus pensamientos, sujetando su teléfono.
—Querida, la sopa dulce está lista. Baja y toma un poco —dijo Evelyn cálidamente, enlazando su brazo con el de Leah.
—¿Has visto a esa mocosa últimamente? —preguntó Evelyn mientras bajaban las escaleras.