La boca de Isaac se abrió y cerró con impotencia, incapaz de formar una palabra. De repente se sintió seco mientras pensaba qué hacer. No podía decirle la verdad a su madre, ni tampoco podía mentir. Él era Fae. ¿Cómo iba a desviar su pregunta esta vez?
—Isaac —su madre lo enfrentó y lo miró directamente a los ojos. Había un ruego en su rostro y eso solo aumentaba la culpa en su corazón. No debería hacer sentir incómoda a su madre.
—Háblame, hijo. ¿Te amenazó el príncipe Aldric o algo por el estilo? ¿Es eso? —preguntó, observando cómo él negaba con la cabeza.
Isaac hizo un esfuerzo enorme para mantener la calma y no revelar todo con su expresión. Era su responsabilidad protegerlos, no al contrario. Ese era el manto que había asumido después de la muerte de su padre.