—Islinda hizo una mueca, su rostro se retorcía tan feamente que uno podría pensar que acababa de consumir mierda. Las lágrimas le picaban los ojos y estaba atrapada entre las ganas de vomitar y la necesidad de obedecerlo. ¡Ese bastardo! ¿Cómo podía amenazarla con un trato que ya habían acordado?
—Aurelia continuó como si su amenaza inicial no fuera suficiente —dijo—. Él dijo que si tienes energía para beber hasta saciarte, entonces debes ser lo suficientemente valiente para tomar tu medicina. Dijo que la bebieras toda y que ni una gota debería quedar, de lo contrario los términos de tu trato con él podrían tener que ser revisados.