—¿Qué?
Su mundo giraba e Islinda tropezó hacia atrás, negándose a creer lo que acababa de escuchar. ¡Era imposible! Había sido cautelosa, muy cautelosa para evitar que los aldeanos rastrearan a Valerie. Entonces, ¿cómo era posible? ¿Cómo lo encontraron? De repente, Islinda sintió una sensación asfixiante en su pecho y no pudo respirar.
—¿Islinda? ¿E-estás bien? —Belinda intentó acercarse a ella, la preocupación escrita en todo su rostro, pero Islinda se apartó de ella.
—No, yo... necesito irme... —Se giró y rompió a correr.
—¿Islinda?! —Belinda gritó tras ella, pero Islinda no miró atrás. Tenía una prioridad y era llegar a Valerie antes de que ellos lo hicieran, es decir, si es que no lo habían alcanzado ya.