—¡Ah Shen! No... No lo hagas
Su Wei Wei, que había recuperado la conciencia de repente, vomitó un chorro de sangre a un lado tiñendo las sábanas blancas y también el suelo del helicóptero. Era sangre estancada.
Huo Shen la sostuvo apresuradamente por la cabeza, levantándola un poco y sosteniéndola mientras vomitaba toda la sangre que estaba atascada en su pecho y vientre.
—Está bien... Pero, haz que caven al menos diez tumbas... —Por supuesto, no iba a desobedecer a su chica, pero aun así, algunos serían enterrados vivos hoy.
—Está bien... —Huo Zheng miró a Su Wei Wei y luego a Huo Qi, que estaba temblando. Aquella masacre se detuvo durante unas horas antes de que pudiera ocurrir.