—Mei Xing miró hacia la oscura entrada de la tumba y siseó cuando sintió que su brazalete se calentaba a otros grados. ¿Qué le había dicho su abuela acerca de este brazalete? Que en caso de que el brazalete empezara a calentarse, algo malvado estaba al acecho a su alrededor. Miró en derredor mientras ella, junto con Tao Guotin y Kong Kun, bajaban las escaleras hechas de barro amarillo y piedras; las escaleras parecían continuar infinitamente como si bajaran directamente al infierno. Cuando estaban parados en la cima de las escaleras, al menos el sonido de los pájaros y los gruñidos y bufidos del animal se podían oír, pero ahora que descendían, esos sonidos también habían desaparecido.