—¿Quieres decir...? —Wang Yufan empezó, pero Song Yan levantó su mano para detenerlo.
Con una mirada fría hacia él, dijo con firmeza:
—Solo hay unas pocas cosas que necesitas saber, no te empeñes en saber más o de lo contrario serás tú quien resulte herido al final.
Había un límite en cuanto a cuánto podía saber un mortal normal sobre los fenómenos sobrenaturales.
—Entiendo, Hermana Yan —No era necesario que Song Yan lo dijera más claro, él era lo suficientemente inteligente para entenderlo—. Hermana Yan, ¿tienes más de esos talismanes protectores? Si es así, ¿puedes dármelos? Le diré a mi madre lo que dices, pero tú sabes que ella es alguien que no puede quedarse quieta en casa por mucho tiempo. Si le doy algunos, al menos no tendría que preocuparme en caso de que se escape de casa.
Song Yan sabía que era bastante razonable que Wang Yufan pidiera algunos talismanes protectores, pero...