—¡Zumbido! —En ese momento, la opresiva fuerza del Emperador Yin se desató por completo, una presión tan inmensa que era como una montaña colapsando sobre ellos.
La docena de guardaespaldas solo pudo sentir una lucha momentánea para respirar. Luego, incontrolablemente, sus rodillas se doblaron, inclinándose hacia el suelo.
—Thud, thud— Uno tras otro, los guardaespaldas colapsaron al suelo, desmayados. Algunos incluso escupieron sangre.
En la era del Emperador Yin, se pagaba homenaje desde todas direcciones. No eran solo unas pocas palabras escasas en los libros de historia. Era la encarnación de la fuerza absoluta. Nadie se atrevía a desafiarlo. Bajo el mando del Emperador Yin había un ejército de un millón, pero él mismo era un dios de la guerra, incomparable en fuerza.
—¡Hermano Nueve! —En este momento, Feng San llegó con Yu Tang. Al ver a las personas tendidas en el suelo, inhaló agudamente, su expresión seria—. Estas personas...