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80% Mas allá del dolor y la soledad / Chapter 16: lo bello de la soledad parte 1

Bab 16: lo bello de la soledad parte 1

El sol de la mañana envolvía la calle en un suave resplandor dorado, mientras Lápiz caminaba con paso tranquilo hacia la escuela. Su cabello rubio ondeaba con la ligera brisa, reflejando los rayos del sol. Con cada paso, sus zapatos negros crujían sobre las hojas secas que el otoño había esparcido por la acera, llenando el aire con un aroma a tierra húmeda y madera.

Lápiz alzó la mirada al cielo despejado, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones piensa para ella "Ya es viernes", pensó, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Sin embargo, esa felicidad momentánea se desvaneció tan rápido como llegó. Sus hombros cayeron ligeramente al recordar: "Ya es viernes, y sigo sola".

Su rostro se tensó, y un destello de frustración cruzó sus ojos verdes. Regresando su mirada vacía y distraída. Apretó las mangas de su suéter, como si buscara consuelo en la textura suave y recuerdos cálidos. Murmuró en voz baja:

—Es mejor así.

Pero el eco de sus propios pensamientos la contradijo: "es mejor estar sola" pensó, pero la certeza en sus palabras se desvanecía con cada paso , Su mandíbula se apretó, y su mirada cayó al suelo, observando cómo sus pies pateaban suavemente una hoja. alargada que se cruzó en su camino, con un sonido de disgusto.

Cuando llegó al final de la calle, una voz cálida y familiar la sacó de su ensimismamiento:

—¡Hola, mija! ¿Cómo estás? —preguntó la anciana con una sonrisa que parecía iluminar más que el mismo sol.

El lápiz levantó la cabeza, parpadeando para volver al presente. Al ver el rostro de la señora, una chispa de alivio cruzó por su interior. La joven detuvo su paso, y forzando una sonrisa, levanta la mirada.

—Hola señora. He estado bien, gracias —respondió con un tono suave, inclinando ligeramente la cabeza como muestra de respeto.

La anciana la vigilaba con ternura, cruzando los brazos mientras se apoyaba ligeramente en el marco de la puerta.

—¿No te da calor con ese suéter tan grande? Siempre te veo con él.

Lápiz miró su suéter, y sus dedos jugaron con el borde de la manga, estirándola ligeramente.

—No, la verdad no. Ya casi es invierno, y empieza a hacer algo de frío —respondió, bajando un poco la mirada. Sus palabras parecían normales, pero en su mente, la mención del invierno resonó como eco desagradable. "Invierno... Navidad." Su pecho se apretó, y su mirada se de nuevo se vacio.

La anciana notó el cambio, y su sonrisa se amplió en un intento de reconfortarla.

—Sí, ya se siente el frío. Eso me recuerda, ya va a ser navidad

Lapiz al oír eso su incomodidad se amplió, moviendo su sonrisa a una muesca de disgusto, tocando su codo derecho con su mano izquierda sobándolo suavemente

—mija cuando sea navidad ven a visitarme. Te prepararé un chocolate caliente, ¡me queda delicioso!

Las palabras de la anciana rompieron la tensión en el aire. Lápiz alzó la vista, soltando su brazo, sorprendida por la invitación. Soltando una sonrisa, aunque pequeña, volvió a sus labios.

—Jeje, tendré que comprobarlo —dijo, su tono recuperando algo de calidez.

La anciana avanzando con entusiasmo, dando un paso hacia la joven.

—¡Me encantaría, mija! No hay nada como un buen chocolate para alegrar el día.

El lápiz levantó una mano para despedirse mientras daba un paso hacia atrás. La anciana la observar marcharse, levantando su propia mano en respuesta.

Mientras continuaba su camino, Lápiz se encontró mirando hacia el horizonte. Las hojas caían lentamente de los árboles, algunas rozando su cabello al descender. Por un momento, sintió que la conversación con la anciana había puesto una chispa de calidez en su corazón, como si su día no estuviera completamente perdido. Sus pasos se hicieron un poco más firmes, y aunque el peso en su pecho seguía ahí, al menos ahora tenía algo de qué aferrarse.

Tocando los labios son suaves—jeje, ese chocolate caliente suena delicioso.

Lápiz continuó su caminar, las puertas de My Fly se alzaban imponentes frente a ella. Inspiró profundamente, intentando llenarse de valor, pero el ambiente se sentía pesado. A medida que avanzaba por los pasillos, el murmullo de los estudiantes a su alrededor comenzó a envolverla como un manto sofocante sus miradas pesaban, sus rizas parecían dirigirse a ella.

Los susurros parecían crecer a cada paso, sus palabras inaudibles pero cargadas de significado en su mente. "¿Están hablando de mí? Seguro que sí..." las paredes con las sombras oscuras de estudiantes parecían deformarse como si se comenzaran a acercar para aplastarla, Su mirada, antes al frente, ahora estaba fija en el suelo. Sus dedos se apretaron alrededor de las correas de su mochila, buscando un ancla para no sucumbir al pánico que empezaba a invadirla.

Sus pies apenas parecían tocar el suelo, como si cada paso le costara más esfuerzo. Llegó finalmente a su casillero y, con manos temblorosas, giró el candado. El sonido metálico del casillero abriéndose parecía resonar demasiado fuerte en comparación con los murmullos que seguían rodeándola. Sacó sus libros, tratando de concentrarse solo en esa tarea sencilla.

Pero entonces, algo la hizo detenerse. Un cambio en el aire. Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con los de Verónica, quien estaba de pie frente a ella, tan cerca que Lápiz sintió cómo su cuerpo se tensaba al instante.

Verónica no dijo nada, pero su postura lo decía todo: los brazos cruzados, una ceja ligeramente arqueada, y una pequeña curva en sus labios que no era una sonrisa. Lápiz sintió su corazón latir con fuerza, como si quisiera escapar. Sus dedos se aferraron con más fuerza al borde de las mangas del suéter, y su mirada buscó refugio en algún punto más allá de los ojos de Verónica.

Por un instante que pareció eterno, Lápiz se quedó inmóvil, temiendo lo que podría pasar. Pero para su sorpresa, después de soltar un suspiro y mover la cabeza en negación, Verónica desvió la mirada. Dio media vuelta y se alejó con un movimiento deliberado, sus pasos resonando en el pasillo, vibrando como manecillas de reloj. Lápiz la seguida con la mirada, incrédula, sintiendo una mezcla de alivio y confusión.

¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué simplemente se fue? La pregunta quedó flotando en su mente mientras cerraba su casillero y se recargaba brevemente contra él, tratando de estabilizar su respiración. Miro el pasillo con duda y alivio, Su cuerpo seguía temblando ligeramente, pero el momento había pasado. Lápiz se enderezó, apretando los libros contra su pecho, y comenzó a caminar hacia su próxima clase.

capitulo 16 lo bello de la soledad 


PERTIMBANGAN PENCIPTA
TRH_ TRH_

disculpen por no subir capitulo el dia pasado, estube muy ocupado, espero que este capitulo sea de su agrado y puedan disfrutar de el

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