—La invitación que enviamos a los Clarks... Nunca confirmaron su asistencia. No es como si quisiera verlo—todo lo contrario—pero la pura audacia de dejarnos en suspenso es simplemente insoportable.
Amelie suspiró, tamborileando sus dedos sobre el escritorio.
No podía evitar preguntarse cuánto debía haber enfurecido a Samantha. Amelie imaginaba a la joven mujer hirviendo de ira, su frustración desbordándose mientras esperaba que su esposo decidiera si asistir o no a la boda de su exesposa.
Una pequeña sonrisa casi culpable se dibujó en los labios de Amelie al pensarlo. Pero rápidamente la apartó y volvió su atención al presente.