A pesar de su comportamiento extraño, estaba agradecida de que él no la hubiera disparado todavía.
Julián se burló de su comentario, y Anastasia notó que él aflojaba su agarre en la flecha —Podrías intentarlo, pero no te garantizo que tendrías éxito.
Anastasia todavía no entendía por qué él la estaba retando a que lo matara. Ahora solo se preguntaba si él tenía algunos tornillos sueltos en la cabeza.
No había forma de saber cuánto tiempo había estado deambulando por el bosque, buscando las líneas prohibidas mientras intentaba mantenerse viva, pero podía decir que había estado allí más tiempo del que había predicho, y Avery ya debía estar esperándola en su destino.
Pero ahora se había encontrado con Julián, el mismo hombre que le había informado con calma que tenía la intención de "comprarla" al final de este juego retorcido, como si fuera un artículo que se recoge en un supermercado.
Ya la había marcado como una cosa y eso era lo que más despreciaba.