—¿Todavía no has tenido noticias de ellos? —preguntó Amelia a su esposo, sentado en el sofá con su teléfono en la mano, esperando ansiosamente un mensaje de cierta persona.
Había estado mirándolo fijamente durante un tiempo, levantándolo en cuanto sentía una vibración.
—Si lo hubieran hecho, ¿crees que estaría sentado aquí ansioso con mi teléfono? —preguntó él, mientras sus ojos seguían pegados a la pantalla del teléfono.
Amelia simplemente se encogió de hombros antes de tomar asiento frente a él.
Ya habían pasado dos semanas desde que Robert había visitado a Jeffery Clark en su oficina. Pensó que inmediatamente cederían a sus condiciones, pero desafortunadamente para él, no se había hecho nada.
Estaba contemplando pagarles otra visita, pero dudaba que pudiera salir sin que alguna parte de su cuerpo acabara rota.
Ezequiel ya le había roto la nariz la última vez; podrían ser sus costillas las siguientes.