—N-no es necesario —logró decir, con la voz tensa. Se aclaró la garganta, apartando la mirada de la suya—. No lo hice por recompensas ni nada de eso. Simplemente hice lo que sentí que era correcto.
Hera no conseguía comprender el torbellino de emociones que giraban en su interior. En tan solo unos pocos minutos, había ocurrido tanto entre ellos que sus sentimientos se habían convertido en un enredo. Sabía que no estaba sola en esto, y él tampoco. Se encontró sorprendentemente impresionada por su notable autocontrol, resistiendo impulsos que habrían abrumado a otros en su estado.
Leo no pudo evitar sonreír ante la respuesta de Hera. Sabía que Hera no podía ver sus expresiones debido a su posición, pero estaba feliz porque era ella quien lo había encontrado en esta situación desesperada. Estaba contento de que Hera no rechazara tanto su contacto.