—¿Hola? —Su voz todavía era ronca y perezosa.
No hubo una respuesta inmediata, lo que hizo que Hera abriera los ojos a regañadientes y mirara la pantalla. Entrecerró los ojos ante la pantalla iluminada, dándose cuenta de que apenas eran las 6 de la mañana y la llamada seguía conectada. Repitió su saludo.
—¿Hola? ¿Quién llama?
—¿Te desperté? —Una voz masculina y ronca se filtró por la línea, provocando que Hera se enfocara de nuevo en la pantalla. Al ver una serie de números desconocidos, confirmó que no era alguien que conocía.
—Está bien, de todas formas ya me iba a despertar. ¿Quién llama? —preguntó, cambiando de posición en su cama.
El hombre al otro lado de la línea se aclaró la garganta antes de hablar. —Mis disculpas por molestarte tan temprano. Solo quería informarte que puedes recoger el contrato en mi oficina esta mañana —explicó con cortesía.