—Esta es una noticia excelente —murmuró Karenina entre dientes—. Estaba ansiosa por ver la expresión de dolor de Nicolás cuando le dijera que la mujer que amaba estaba ahora embarazada del bebé del Duque Romanov.
Sophie se limpió la boca con la manga y decidió entrar, dejando a la mujer con la boca venenosa. Dejaría que los guardias se encargaran de Karenina.
—Te advierto, pronto seré la reina de Riga —cruzó los brazos Karenina y sonrió con suficiencia, mientras veía a Sophie alejarse de ella—. Si no te largas de este reino lo antes posible y vuelves a donde pertenecéis todos, me aseguraré de que vuestra estancia aquí sea un verdadero infierno. Tú y tus hijos estarán bajo mi misericordia.
—Y lamentarás el día en que te pedí amablemente que te fueras y dijiste que no —añadió.
Sophie pensó que Karenina estaba loca y no quería tener nada más que ver con ella, pero cuando escuchó a Karenina mencionar a sus hijos, Sophie perdió el control.