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—¿Estás listo, Lucas? —le preguntó a su Beta.
Lucas asintió y de inmediato se lanzó hacia Leland. Las manos del Beta ya habían tomado forma de garras y arremetieron hacia abajo contra Leland. El Alfa esquivó en el último momento, pero sintió las garras rozar su piel.
—Alfa, ¿aprendiste a hacer preguntas por estar tanto tiempo en Riga? —Lucas soltó una risita y retrocedió—. El Beta era ligero sobre sus pies y aprovechaba su agilidad.
Leland negó con la cabeza y contraatacó sin decir palabra.
—Uff… —Lucas se agachó y evitó el golpe que desmoronó rocas detrás de él—. Debe haber sido muy molesto estar siempre rodeado de humanos.
—A veces pueden ser tolerables —murmuró Leland y agarró el puño de Lucas—. Lanzó a su Beta contra la montaña y lo observó estrellarse contra las rocas.
—¡Buen combate! —Lucas hizo una mueca de dolor.
—Otra vez —dijo Leland.