—No te preocupes por esto. A ellos no les importa —su voz era ronca cuando ella le envolvió con sus brazos alrededor de su cintura.
Él entendía su preocupación y alivió sus temores inmediatamente. Debe estar turbada por la idea de que los miembros de la manada la mirarían de forma extraña debido a las señales obvias de sexo en su cuerpo.
Los licántropos no eran humanos que vivían con muchas pretensiones. No eran mojigatos cuando se trataba de sexo ya que entendían que era parte de su naturaleza. Era necesario para la procreación y la sostenibilidad de su raza. Trataban el sexo como respirar y comer, una parte natural de la vida.
—¿No les importa? —Sophie necesitaba confirmar esto.
Nunca había escuchado a nadie tener sexo en el castillo antes. Si hacían ruidos como los que ella hizo anoche, seguramente cualquiera teniendo sexo en esta zona se escucharía, y ella estaría al tanto. Sin embargo, nunca había escuchado a ninguno de los miembros de la manada hacerlo.